El ABC de un servidor público Por Esther Quintana Salinas
Empecemos por la definición de servidor público. ¿Qué es? Es la persona que desempeña un empleo, cargo o comisión subordinada al Estado y está obligada a apegar su conducta a los principios de legalidad, lealtad, honradez, imparcialidad y eficiencia.
Va otra: El servidor público, mujer y hombre, es un trabajador que presta su labor para que el Estado brinde sus servicios y ejecute obras para la ciudadanía.
Servir desde el ámbito público debe ser entendido como un honor, como un privilegio. El privilegio de servir, de dar, de dar lo mejor de uno mismo, de construir patria. Un servidor público debe entender que su trabajo está vinculado a una misión, ¿cuál? La de servir. Algo que debe de tener bien claro quien trabaja en una dependencia de gobierno, es quién es su jefe. Su jefe no es un funcionario de alto rango, su jefe es el que le paga el sueldo, es el ciudadano que paga impuestos, y de esos impuestos sale la dieta quincenal que recibe el servidor público.
El Estado NO TIENE NI UN CÉNTIMO PROPIO, los recursos con los que cuenta para cumplir con sus diversas funciones, salen de los bolsillos de la población. Es la población, por ende, a quien debe servir, y voltearse hasta de cabeza, para hacerlo no bien, sino excelente. El problema es que en este país nuestro traemos el “chip” volteado. Nosotros no les debemos nada a los funcionarios públicos, son ellos los que nos deben a nosotros el empleo o cargo que tienen. Cuando cumplen con las funciones consignadas por la ley, no nos están haciendo ningún favor, simplemente están cumpliendo con lo que les toca hacer. Un servidor público que se jacte de serlo, entiende que del cumplimiento de sus labores depende el bienestar de millones de personas, por lo tanto debe esmerarse en realizarlo de la mejor manera.
Hay dos condiciones que desde mi punto de vista, debe reunir un servidor público, del rango que sea, o mejor que se dedique a otra actividad, en primer lugar, le debe gustar la gente, esto es sustantivo, y en segundo, también esencial, debe disfrutar servirle. Son dos premisas sine qua non. De otra suerte, va a ser un pésimo servidor público, va a realizar un trabajo porque no tiene alternativa. Y quienes la van a llevar serán sus patrones. Y esto no me lo estoy sacando de la manga, he sido servidora pública, lo soy en este momento. Es una falta de respeto a uno mismo, a más de corrupción, aceptar un cargo para el que no se está preparado. El servicio público implica un alto grado de responsabilidad y mucha
HUMILDAD. Vas a servir a la comunidad de la que eres parte, y esto es todo un honor, de tal suerte que debes estar preparado para ello. De tu quehacer se van a desprender una serie de consecuencias que afectarán para bien o para mal a todas y cada una de las personas que confiaron en ti y te dieron el voto. Y si es puesto de designación, que falta de juicio y de compromiso del bárbaro que te nombró. Es importantísimo también, cuando se llega al cargo público, no perder de vista que se trata de una tarea TEMPORAL Y POR PAGA.
Hay gente tan corta de entendederas y tan fatua, que se llena de soberbia y estima que ni el aire que respira la merece…son deleznables. La función pública no otorga derechos para la arrogancia, la prepotencia, la descortesía o el maltrato. A las personas se les debe dispensar el trato que le gusta para uno. Por otro lado, la función pública está destinada al servicio del país y a la salvaguarda de valores básicos para la convivencia humana, como son el orden, la paz, la seguridad, el bien común, la libertad. Nomás hay que calibrar el tamaño de la responsabilidad.
No perder de vista que se es el primer obligado a cumplir la ley y a hacer que los demás la cumplan. No olvidar que el ejemplo arrastra. Ser leal al compromiso adquirido, jamás anteponer al interés general el particular. La gente está harta de servidores públicos sinvergüenzas. De modo que hay que conducirse siempre con probidad, honradez e integridad. Ser veraz con los superiores y con la sociedad a la que se sirve. La confianza y la credibilidad son requisito para el debido ejercicio de la función pública. Ya basta de políticos deslenguados y mentirosos. Poner lo mejor de uno en el cumplimiento de tus obligaciones, el máximo de tu esfuerzo y tu capacidad, para eso te pagan, y lo más importante, es cuestión de honor. Ser parejo en el trato de quienes sirves, no hacer distingos por posición económica, razón de raza, de credo. Todos valemos lo mismo: somos personas. Jamás abusar de la posición para fastidiar a alguien.
Y muy respetuosamente, a usted que me lee y que está en el lado de los gobernados, por favor participe en los asuntos de su comunidad, son SUS ASUNTOS, usted vive ahí, lo que ahí acontezca es en perjuicio o en beneficio de usted. Vuélvase intolerante con los políticos rastreros, impresentables por sus malas mañas. Si usted permite con su indiferencia, con su indolencia ciudadana, que siga llegando gente inservible y de remate bandida, al servicio público, el dañado NÚMERO UNO seguirá siendo USTED. Usted les paga, usted manda. México es la casa de todos, no tenemos otra, usted es el dueño. Y la verdad ¿cuándo ha visto que el dueño dinamite su propiedad, o se quede como si nada cuando se la están dinamitando?