EL BASTÓN DEL NO-MANDO
Por Alejandro Díaz.- La semana pasada el inquilino de Palacio anunció una ceremonia de entrega del mando de su impuesta transformación. Sin pudor, olvidando la investidura, asumió el papel partidista que hicieron pocos de sus antecesores del viejo partido oficial. Sin el menor respeto a las formas, y a la inmensa mayoría de los ciudadanos, incluso a los de su propio partido, ratificó una decisión que él había tomado desde antes de iniciar el amañado proceso de selección. Se atrevió a decir que en una ceremonia pública le entregaría a su pupila un bastón que él llamó ‘de mando’, según la tradición.
La ‘transmisión del bastón de mando’ es costumbre que ya poco se practica. Aunque lo llegaron a hacer muchos pueblos del altiplano central en algunos momentos del pasado, cada vez se utiliza menos. Pudiera considerarse práctica obsoleta. El que el inquilino de Palacio lo destaque es sólo para distraer la atención de lo que es importante. Aunque interese el futuro de México, tanto a corto como a largo plazo, a él le interesa sólo llamar la atención.
Para hacer más absurdo el evento, hubo entrega de un bastón, pero no hubo transmisión de mando. Cuando en un pueblo, en un barrio o en una tribu se da la ceremonia, después de hacer una elección bajo alguno de los muchos métodos existentes (hacer filas con los simpatizantes de los candidatos y definir cuál tiene más apoyo, o alguna de sus muchas variantes). Son procesos supervisados por autoridades municipales y ocasionalmente, estatales. Cuando un candidato es claramente ganador, el consejo de ancianos lo proclama y se hace la transmisión no sólo del bastón de mando, sino del mando mismo en el mismo acto.
En el caso que nos ocupa sólo fue cosmético. Todos lo saben, incluso ambos actores (en el mejor sentido de la palabra). El poder lo sigue ejerciendo el inquilino de Palacio, la ‘Defensora de la 4a’ seguirá aspirando a ejercerlo. A pesar de actuar en un escenario formal, el acto solamente fue cosmético. El bastón que recibió Sheinbaum es de adorno, no trae mando alguno.
La inmensa mayoría de los mexicanos nunca dimos por posible que el inquilino quisiera compartir el poder, ni siquiera con su ‘corcholata’ favorita. Como veremos en los próximos días y meses, quien dice que entregó el bastón de mando seguirá ejerciendo el poder en forma unipersonal, limitado tan sólo por la Suprema Corte y la imposibilidad de modificar la Constitución. Su ‘corcholata’ favorita seguirá siendo eso, una corcholata sin mando alguno.
La función de teatro llamada “transmisión del bastón de mando” no deberá tener consecuencias ni ser considerada como antecedente de la que habrá el año próximo. Para el 1 de octubre de 2024 el inquilino deberá trasmitir el Poder Ejecutivo a la candidata que resulte triunfadora en las elecciones del primer domingo de junio de ese año. Es posible que no entregue el Poder a su ‘corcholata’ sino a quien está retándola si las tendencias de voto se confirman. En una democracia abundan las incertidumbres, sólo en las dictaduras se puede hablar de certezas sobre lo que sucederá en una elección. Démosle tiempo al tiempo.
No le demos importancia a lo cosmético, debemos insistir en que los mensajes reflejen la realidad, la actual y por la que se trabajará. Ya hemos tenido más de cinco años de narrativas engañosas y ahora necesitamos se hable con la verdad y sin negar lo evidente argumentando ‘otros datos’ como nos acostumbró el actual inquilino de Palacio. Ya urge ciertamente que entregue el mando, con bastón o sin él.
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