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El General sí tiene quien le escriba

Por Marcos Pérez Esquer.- A diferencia de lo que suele ocurrir con las conferencias matutinas del Presidente López Obrador, mejor conocidas como “las mañaneras”, la del pasado miércoles resultó interesante.

Generalmente esos ejercicios de pseudo-comunicación del Presidente nunca llevan a nada, ni comunican nada, ni aportan mayor cosa; por lo general, son utilizados por el principal habitante de Palacio Nacional para denostar a los que considera sus adversarios, entiéndase “los conservadores”, “los neoliberales”, “los fifís”, y para tergiversar la información, manipular y mentir.

Por eso no acostumbro atender esos monólogos aburridos, soliloquios de auto elogio, de autocondescendencia, con “periodistas” sembrados para hacer las preguntas cómodas, y hasta para ofrecer las zalamerías más ignominiosas.

Pero tengo que reconocer que esta vez sí se ofrecieron datos interesantes. Se hizo una clara y extensa narrativa de los hechos ocurridos en Culiacán el pasado 17 de octubre, ese jueves negro de triste memoria.

Más allá de los datos concretos, que aún habría que ver si son del todo fidedignos, porque ¡ah qué buenos resultaron los de la 4T para enredar las cosas!, muy al estilo de la Chimoltrufia “como dicen una cosa dicen otra”, y las 18 preguntas lanzadas por la organización de la sociedad civil Causa en Común desnudan esto sin rubor alguno, pero insisto, más allá de todo eso, lo importante acá es rescatar el hecho de que, palabras más palabras menos, tanto el Secretario de Seguridad Alfonso Durazo, como el Secretario de la Defensa Nacional Cresencio Sandoval, reconocieron los errores tácticos, el fracaso operativo, y haber sido superados por la fuerza del Cártel de Sinaloa. Se trata pues, de un ejercicio de honestidad intelectual, mediante el cual, hacen un reconocimiento de su estrepitoso fracaso.

No está mal que se reconozca el error, y tampoco está mal, –creo-, que llegado ese momento en el que no había ya forma de asegurar al detenido sin arriesgar la vida de un gran número de personas, se haya decidido recular. Coincido con el Presidente en que una detención (así sea la de un capo mayor) no vale la vida de una persona inocente; pero la pregunta es: ¿cómo llegamos a ese punto? ¿cómo sucedió que un operativo militar resultara tan desorganizado? ¿no hubo la más mínima previsión de los escenarios que se pudieran presentar ante el arresto de un capo de esa envergadura?, ¿pues que no han aprendido nada las fuerzas armadas en todos estos años de enfrentamiento con la delincuencia organizada? ¡Claro que han aprendido!, pero algún neófito decidió recargarse en otros neófitos en vez de acudir a quienes saben.

En fin, mucha tinta habrá de correr sobre este asunto y me temo que algunas cabezas también. Y si no ruedan cabezas, pues peor aún. Pero algo que creo que también merece nuestra atención, es el sentimiento de vergüenza que permea entre las fuerzas armadas. Esto es importante porque el apoyo de las fuerzas armadas puede resultar crucial para la seguridad y la estabilidad en México.

Unos días después de los hechos de Culiacán, Generales en activo y retirados, se reunieron a reflexionar sobre lo sucedido. Habló en representación de los retirados el General Carlos Gaytán. Fue elocuente (raro para un militar), y sobre todo muy enfático en la ofensa que para ellos había significado el evento de marras: “nos preocupa el México de hoy”, “nos sentimos agravidados como mexicanos y ofendidos como soldados”, “vivimos en una sociedad polarizada políticamente, porque la ideología dominante, que no mayoritaria, se sustenta en corrientes pretendidamente de izquierda, que acumularon durante años un gran resentimiento”, “los frágiles mecanismos de contrapeso existentes, han permitido un fortalecimiento del Ejecutivo, que viene propiciando decisiones estratégicas que no han convencido a todos, para decirlo suevemente”, “ello nos inquieta, nos ofende eventualmente, pero sobre todo nos preocupa, toda vez que cada uno de los aquí presentes, fuimos formados con valores axiológicos sólidos, que chocan con las formas con que hoy se conduce al país”.

¡Tómala!. Parece que el General sí tiene quien le escriba. Yo nunca había escuchado palabras tan claridosas y fuertes de un alto mando militar respecto de un Presidente en funciones.

Me preocupa porque, en cuanto el Ejército considere que seguir apoyando al Presidente ya no significa ser leal a la Patria, el asunto se puede poner color de hormiga. Más aún.