El reparto de culpas o fincar responsabilidades
Por Ángel Rodríguez.- El primer mandatario no asume la responsabilidad de sus pésimas decisiones y sigue echando culpa a las administraciones pasadas en una esquizofrénica carrera donde abundan las contradicciones
Una premisa que yo aplico en la empresa privada es; “La responsabilidad no se reparte, más bien se comparte”. Y es ésta la que debería de aplicarse en un gobierno, máxime en el gobierno de la cuarta transformación.
Han sido largos y soporíferos meses escuchando cantaletas como; “Así nos dejaron el país”, “Es culpa del PRIAN”, “fueron las administraciones pasadas”, “No podemos cambiarlo todo de un día para otro”, etc. Eso debieron pensarlo antes de manejarse como una propuesta de gobierno. Como diría el viejo dicho del pueblo; “SI NO PUEDEN, ¿PARA QUÉ SE ALQUILAN?”.
Como cité en un artículo anterior, para manejarse como una opción de gobierno, el presidente de la República debió hacer un diagnóstico y de ahí elaborar sus propuestas. No andar culpando a las administraciones pasadas máxime cuando hay una especie de esquizofrenia cuando un día dice que estamos quebrados y al día siguiente regala recursos de los mexicanos a el Salvador.
Es verdad que México tiene problemas, el mayor es el de inseguridad y fue una de las múltiples razones por las que este gobierno llegó con un bono democrático de 30 millones de votos.
Empero, cierto es también que no todo fue negro en las administraciones pasadas. Ha habido cambios y positivos desde los sexenios de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari. Quienes, por cierto, nunca se quejaron de que les dejaron un país quebrado después de la docena trágica que encabezaron Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo.
Un ejemplo es la apertura a mercados internacionales desde que se firmó el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, mejor conocido como GATT y que hoy conocemos como la Organización Mundial de Comercio o OMC.
La ciudadanía, en su legítimo derecho, pedirá cambios pronto
Otro ejemplo claro es la Ley Educativa, promulgada en época de Carlos Salinas, y sus respectivas reformas realizadas durante el sexenio anterior. Lo mismo sucede en materia de seguridad con la creación de la Policía Federal en época del Presidente Calderón y a la cual no se le dio seguimiento.
Peor aún, se quiere empezar de cero. Y no solo es en materia de seguridad, es en otros ámbitos. El problema es que un sexenio es un período relativamente corto para el primer mandatario, pero a la vez es muy largo para la ciudadanía.
La ciudadanía, en su legítimo derecho, pedirá cambios pronto. El gobierno, por su anquilosado sistema, no los puede realizar. Es por ello que, lo mejor era, hacer un diagnóstico de la situación y de ahí realizar los cambios a seguir. Cosa que no se está haciendo.
Y en ese afán de quedar bien con la población, el gobierno de la 4T caerá por su propio peso. Y no se vale culpar a las administraciones pasadas. Por el momento, parte de la ciudadanía puede comprar el discurso, aunque los índices de aceptación van en caída libre.
Cierto es que, en el algún momento el gobierno de la 4T tendrá que asumir sus responsabilidades y aceptar sus errores, que son bastantes y dejar de culpar a las administraciones pasadas que, así como tuvieron muchos desaciertos, también mostraron aciertos. El problema radica que la cuarta transformación muestra muchos más desatinos que atinos.