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El último dilema del abogado

Por Alejandro Díaz

Las virtudes que debe tener un político son distintas a los ojos de la población que de los propios políticos. Un ciudadano desea que de los políticos cercanía, honradez, determinación, transparencia y voluntad de servicio. Por el contrario, la mayoría de los políticos sólo sienten derecho para acceder a distintos puestos, ejercerlos a su arbitrio y disfrutar los bienes a su disposición. Sólo quienes comienzan su carrera política saben que están obligados a mostrar lealtad y servilismo si quieren ascender.

Manuel Bartlett tiene una larga historia en la política mexicana que los jóvenes desconocen. Miembro por más de cuatro décadas del Partido Revolucionario Institucional, comenzó una azarosa carrera en los años sesenta ocupando distintos cargos menores en su partido y en el gobierno. Es en 1970 que alcanza su primer puesto importante: director general de gobierno de la Secretaría de Gobernación.

Aunque duró en ese puesto todo el sexenio, en los años subsiguientes languideció a través de las Secretarias de Relaciones Exteriores y la de Programación y Presupuesto hasta lograr ser el coordinador general de campaña de Miguel de la Madrid. Al llegar a la Presidencia, de la Madrid lo nombra Secretario de Gobernación, cargo que ejerce todo el sexenio. Como titular fue presidente ex oficio de la Comisión Federal Electoral y como tal encabezó las elecciones de 1988. En la noche del 6 de julio a su despacho acudieron los candidatos de los otros partidos para reclamar el fraude electoral a causa de la “caída del sistema”. Nunca pudo explicar a satisfacción esa caída y la elección quedó bajo dudas.

Como salvó la elección de Carlos Salinas de Gortari, éste lo nombra Secretario de Educación, cargo que desempeñó 4 años sin pena ni gloria hasta ser nombrado candidato de su partido al gobierno de Puebla. El paso por la gubernatura no fue más exitoso que su paso como Secretario de Educación. En el 2000 es electo senador por Puebla sin que destacara en ponencias, debates o iniciativas. En el 2006 se distanció de su partido y desapareció del mapa político hasta que en 2012 surge como senador plurinominal del Partido del Trabajo.

Al ganar López Obrador lo nombra director general de la Comisión Federal de Electricidad, conociendo del tema lo que sabe el común de los mortales y muy poco del financiero como se desveló en la negociación del ducto Houston-Tuxpan. En esa ocasión no supo lo que significa ‘valor presente’ y presumió un triunfo pírrico de una negociación que le saldrá más cara en el largo plazo a la CFE. Tampoco le preocupa la ineficiencia de la CFE como lo mostró en los repetidos apagones en la península de Yucatán

Para compensar su.carencia de conocimientos ha mostrado su habilidad para concentrar propiedades. Un reportaje periodístico mostró 25 propiedades con valor multimillonario que él dice haber adquirido antes de ser nombrado director general… pero olvidó incluirlos en su declaración inicial. Aunque el Presidente ya afirmó que a pesar de ese ‘pequeño’ detalle, Bartlett continúa teniendo su confianza.

Lo que aún no resuelve Bartlett es cómo resolver la confusión creada por el que ahora es su jefe cuando desde 1995 instó a los tabasqueños a no pagar a la CFE y reconectarse ellos mismos si los suspendían. Será interesante ver como soluciona ese embrollo sin afectar las finanzas de la CFE ni la imagen de su protector.