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El voto útil estriba en no votar por ningún inútil

Este 4 de abril inició la campaña en todo el país para elegir diputados federales, también tendremos a lo largo y ancho de la República el arranque de los comicios por alcaldías y congresos locales. Los de las gubernaturas ya empezaron. También está la campaña de las vacunas, el virus no da tregua. La incapacidad del gobierno federal para manejar la pandemia, desde los primeros meses, luego en el proceso de vacunación, da cuenta de que no sabe planificar. Su ineficiencia hace más densa la espera de los millones que aún no la recibimos. Las dos campañas estarán corriendo juntas a partir de mañana.

En Saltillo, según se informa, de las 100 mil vacunas que llegaron este jueves, solo se dispondrá de 23 mil. ¿Contagios? Por supuesto que los habrá, con tanto ir y venir. ¿Por qué sabiendo esto, el gobierno federal no previó cómo enfrentarlo? Con menos soberbia y más apertura, escuchando a quienes tienen la experiencia, es factible que tuviéramos otro escenario. Y si a esto le suma el movimiento de los que se tomaron vacaciones de semana santa, pues estamos aviados. La gran tragedia es que ni siquiera, dadas las circunstancias, podemos fingir demencia, y desengancharnos de semejante realidad.

Vamos a elegir alcaldes en Coahuila, 38 para ser exactos, y 7 diputados federales de mayoría relativa de los 300 que conforman la Cámara, a la que se suman los 200 de representación proporcional, cuyos nombres vienen en las listas de las cinco circunscripciones; a nuestra entidad federativa le corresponde la segunda.

El peor pecado que un elector puede cometer en estas fechas es el del olvido de lo que está ocurriendo en la cotidianidad del día a día, el de comerse las mentiras contadas sin ningún tapujo todas las mañanas, sin decir ni pío, porque ya eso es valemadrismo en grado superlativo, es taparse los ojos de la conciencia para ignorar cómo están destruyendo a nuestro país el autoritarismo, la ineptitud y el odio.

Estamos en medio de una crisis económica que nos va a afectar a todos como nación, tarde o temprano, a todos, más allá de la hiel amarga en solitario que liban la angustia y la incertidumbre en el seno familiar por el desempleo y la desgraciada plaga del COVID. Y esto lo vamos a tener que sacar adelante entre todos, así de llano y de claro. No nos durmamos en nuestros laureles, no están las condiciones para asumir indiferencia o conformismo. Hoy no.

Tenemos que estar bien conscientes del durísimo trayecto que nos va a costar recorrer para enderezar lo que el actual gobierno, sin contrapeso alguno, está destruyendo, sin construir nada. Todo está mal, dice el caudillo, lo echa abajo, pero no edifica cosa alguna. No le he escuchado un solo proyecto concreto que invite a la cooperación, a la colaboración y a la confianza, que ponga a trabajar la inmensa creatividad de los mexicanos para salir del hoyo al que nos han ido empujando la paralización forzada de la actividad económica y los contagios de esta enfermedad tan agresiva.

Debiera de estarse convocando desde el gobierno a la unidad, a la búsqueda del bien común, a la preeminencia del interés general. Se necesita grandeza republicana, aprecio por la concordia. No más envilecimiento de la política. México requiere de liderazgos con visión y compromiso, capacidad para planificar inversiones e innovación y construir acuerdos entre quienes anhelan una patria unida.

Hágase un favor, el próximo 6 de junio vaya a votar, y hágalo informado. Es de vida o muerte para México el contrapeso en la Cámara de Diputados, y solo usted puede generarlo con su sufragio. De ese tamaño es la responsabilidad que tenemos como mexicanos y como ciudadanos.