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Energías limpias aunque se enoje Bartlett

Por Alejandro Díaz.- El gobierno está tomando decisiones alejadas del sentido común, de la lógica económica y de la ecología. Busca promover las ventas de PEMEX a como de lugar. Como no hay forma de vender el barril de petróleo en el exterior a mayor precio, intenta que México consuma sus productos sin importar los costos de hacerlo.

PEMEX pierde dinero en forma impresionante. El año pasado perdió $ 350 mil millones y éste año parece que perderá más de un billón (un millón de millones) de pesos -la sexta parte del presupuesto federal-. Intentando reducir esas pérdidas el gobierno federal ha impuesto a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) el uso del combustóleo que no puede vender en otro lado.

Este subproducto de la refinación del crudo lo emplea la CFE en las obsoletas plantas termoeléctricas (la más nueva tiene 33 años) que surten de electricidad a buena parte del país. Además de ser una opción cara frente al gas natural que acostumbraban utilizar, también son mucho más onerosas que las formas ecológicas de generación, desde la hidroeléctrica y la geotérmica hasta las modernas eólicas y solares. El protocolo que aplicaba el Centro Nacional de Control Eléctrico (CENACE) hasta 2019 priorizaba la utilización de las energías más económicas, que además de las hidroeléctricas son las dos modernas mencionadas. Ahora la prioridad la tienen las plantas propiedad de la CFE. Mientras la geotérmica y la hidroeléctrica tienen costos razonables, las termoeléctricas no. Y aún así tienen preferencia sobre las modernas generadoras eólicas y solares.

Para Manuel Bartlett, director de la CFE, el defecto de las plantas modernas es que no son de propiedad estatal sino particular. Como a finales del siglo XX el gobierno federal carecía de recursos para invertir en plantas modernas, permitió que particulares invirtieran en ellas. El crecimiento de México en ese periodo no hubiera sido posible sin la energía eléctrica producida por esos generadores privados (y seguirá siendo en el futuro si no lo impide la fobia a la inversión privada)

La lógica de usar combustóleo para generar electricidad ayuda poco a las finanzas de PEMEX y perjudica mucho a las de la CFE. A Bartlett no le agrada la inversión privada a pesar de que sabe que el costo de cada kilowatt-hora producido en sus termoeléctricas es cuatro veces el de las energías renovables y obliga a la CFE a absorber el sobreprecio. Más temprano que tarde intentará un ajuste a las tarifas a pesar de que sabe que los consumidores residenciales montarían descomunales protestas si les multiplican la tarifa por cuatro. Los usuarios industriales o comerciales simplemente no la pagarían y buscarían otras formas de resolver sus necesidades de energía.

Y no sólo son costos en dinero, el uso del combustóleo es dañino para el ambiente porque arroja miles de toneladas de bióxido de carbono que contribuyen al efecto invernadero y al cambio climático. Si se le añade que el contenido de azufre está fuera de norma, la CFE y PEMEX ya están causando daños irreparables a la salud de millones de mexicanos.

El cambio del protocolo de la CENACE además ha detenido inversiones en nuevas plantas generadoras. Al menos 157 proyectos (y cientos de empleos) con inversiones de al menos 845 millones de pesos no avanzan ante las sinrazones de la CONACE (léase de Bartlett). Sin ellas se va a limitar el futuro del desarrollo de México por falta de energía, aunque por la tendencia actual de la economía nacional pudiera no sentirse en este sexenio, sí en el siguiente. Apoyemos las energías renovables aunque se enoje Bartlett.

daaiadpd@hotmail.com