Es mi alma máter: UNAM
Esther Quintana.- Conocí Ciudad Universitaria cuando tenía 10 años de edad, fuimos de paseo a la ciudad de México, mi madre y yo, y unos buenos amigos nos llevaron a admirarla. La Universidad Nacional Autónoma de México, una de las casas de estudio más reconocidas a nivel nacional e internacional. A mis ojos de niña, la Biblioteca Central era más que un edificio, era magia de un lugar impresionante. Yo nunca había visto edificios tan majestuosos, salvo los del Zócalo en el corazón de la capital. Le dimos la vuelta al circuito entero, una de las primeras facultades era la de Derecho y Ciencias Sociales, vecina de la de Filosofía y Letras. Don Manuel, el amigo de mi madre, se estacionó en la de Derecho para que entráramos a verla. Fue amor a primera vista, desde que puse un pie en el vestíbulo yo supe que tenía que volver ahí. “Yo voy a ser abogada”, me lo dije en voz baja, pero parece que no fue tan baja porque doña Oralia, la esposa de nuestro amigo, me dijo: “Ándale Esthercita, aquí vas a venir a estudiar, tú naciste para estas danzas…”.
En la UNAM estudiaban sus hijos, puros varones, en ingenierías. Tuvo voz de profeta. La UNAM se convirtió en aspiración, ser egresada de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, decisión tomada. Yo terminé la prepa en 1968, justo cuando estaba el movimiento libertario de aquellos años. Mi madre no me dejó ir, me dijo que iniciara la carrera en la Universidad Autónoma de Guerrero y que después me cambiara. Y como donde manda capitán no gobierna marinero… y mi madre era mariscal de campo. Pues me tuve que cuadrar.
Pude ser alumna de la UNAM hasta tercer año de carrera. Ha sido uno de los momentos más significativos de mi vida. Lo añoraba con toda mi alma. Fue un honor estar en sus aulas y teniendo como catedráticos a personas brillantes, talentosas, a quienes era una delicia escuchar y un compromiso aprenderles lo que iban a transmitir a sus ruidosos y jóvenes estudiantes. Quiero presumir a mis maestros entrañables y admirados: don Ignacio Burgoa Orihuela, me dio Amparo, don Héctor Fix Zamudio, Garantías, don Antonio Ortiz Mena, Derecho Administrativo, don Celestino Porte Petit, Derecho Penal… entre otros distinguidos mentores.
Don Ignacio era impresionante, su voz nos abrazaba y nos mantenía atentos. Yo no podía creer que el papá del Amparo Mexicano, superior al Habeas Corpus norteamericano, me estuviera enseñando con su elocuencia y sus profundos conocimientos el principal instrumento de defensa de los derechos del individuo contra actos de la autoridad y normas que vulneran los derechos humanos reconocidos en la Constitución o tratados internacionales en los que el estado participe, lo cual significa que es una garantía para todo ciudadano. O escuchar a don Celestino Porte Petit, el primer jurista mexicano que escribió un libro sobre Derecho Penal, con su “florido” lenguaje veracruzano, con quien teníamos que estudiar porque no había de otra, y enseñarnos era su apuesta, ah… y que le dijéramos Doctor, “porque su trabajo le había costado”. Don Héctor Fix era sereno, siempre dispuesto a escuchar y a ser escuchado, un docto en su materia. Don Antonio Ortiz Mena nos dijo con mucha claridad desde el primer día de clases que después de las 7 de la mañana –a esa hora iniciaba su clase– no entraba nadie, que si él llegaba a tiempo no había razón para que nosotros no hiciéramos lo mismo… ah… y que preguntaba clase todos los días. Ser egresado de la universidad más antigua del país –nació en el siglo XVI– aunque el actual campus se inauguró hasta 1953– era un sueño para mí, y para quienes hoy tienen la fortuna de ser parte de su alumnado debe serlo también.
La Universidad Nacional Autónoma de México es una de las dos mejores universidades de Iberoamérica junto con la de Buenos Aires en el QS World University Rankings. La UNAM supera a todas las instituciones de educación superior de América Latina y de España. El análisis de la empresa inglesa señala que, de continuar su tendencia ascendente, pronto podría estar en el Top100 global. No tengo espacio suficiente para enlistar todas sus glorias académicas, pero sí para compartirles, que me siento muy afortunada y muy orgullosa de haber sido alumna de esa querida y prestigiada institución.
Por todo esto y más pero mucho más, me indigna que hoy una señora de nombre Yasmín Esquivel Mossa, ponga en entredicho el prestigio de la Universidad Nacional Autónoma de México. ¿Plagio? Qué vergüenza… La señora es Ministra del órgano de mayor envergadura del Poder Judicial de la Federación, (…) A qué grado de porquería estamos llegando en México. La justicia en manos de… usted póngale el adjetivo, el que yo tengo es impublicable, estimada, estimado leyente.
Que nos sea bello el 2023, que predominen la luz de la esperanza, la paz en el corazón y el entusiasmo por la vida y cuanto ella nos significa. FELIZ AÑO NUEVO. DIOS CON TODOS.