Gracias, gracias, gracias…
Decía mi madre que lo peor que existe en un ser humano, es que sea desagradecido. Y tenía y tiene razón. Lo creo y lo siento así. A la distancia de los días que han corrido desde el 6 de junio, fecha en que tuvo lugar una elección que ha sido calificada como la más grande, por el número de cargos públicos que estuvieron a la consideración del electorado, no quiero dejar pasar más tiempo para agradecer a todas las personas que me acompañaron de una u otra manera en mi aspiración de convertirme en diputada federal por el distrito 04 de Coahuila y por supuesto a quienes me otorgaron su confianza en las urnas. Jamás me hubiera perdonado no haber participado en estos comicios, no obstante sabiendo que las condiciones no eran las óptimas, y lo subrayo, estaba muy lejos el terreno de ser parejo, y así hubo quienes decidieron darme su apoyo, no nada más en las palabras si no en los hechos, en las acciones que demuestran la solidaridad y la confianza.
Sin ellas resulta muy difícil transitar en una ruta que de suyo, es agreste y complicada. Participar en unas elecciones en Coahuila, no es miel sobre hojuelas. Te enfrentas a una maquinaria perfectamente aceitada y funcionando del partido que hoy por hoy y desde siempre ha llevado mano en los procesos eleccionarios, no por algo, Coahuila se ha convertido en el último bastión del tricolor. De los 11 legisladores que el PRI tuvo a título propio a nivel nacional, 5 se los dieron los sufragios emitidos en Coahuila. Y si a esto le suman la campaña a favor del mismo a través del llamado al “voto útil”, con la consigna de que no ganara Morena y había que votar por el mejor posicionado, haciendo a un lado “resentimientos”, el resultado estaba a la vista. El miedo alimentado salió a flote y en Coahuila volvió a ganar de calle el tricolor. Mi partido, el PAN, quedó reducido a tercera fuerza política en la entidad, y en estricto apego a la verdad, nos dieron lo que merecíamos. Hace tiempo que nos olvidamos de nuestra razón de vida como partido nacido para formar ciudadanía y trabajar con esta de la mano, todos los días. Al PRI los coahuilenses le perdonan sus sinvergüenzadas. Al PAN nos cobran a precio de rechazo nuestra incongruencia entre lo que decimos que somos y hacemos. La evidencia la tenemos a la vista. El 6 de junio nos mandaron al carajo. Dicho esto, doy vuelta a la página. Las quejas y las dolencias resultan estériles y odiosas.
Agradecer significa encontrar un motivo para dar gracias, y yo los tengo, así, en plural. Siempre voy a estar en deuda con las personas que creyeron en mí y me lo demostraron a lo grande. A mi marido por su amor, porque solo así se explica el estar siempre a mi lado, contra viento y marea, y en esta campaña no fue la excepción. A mis hijos por la entereza que alimentaron todos los días. A mi amigo Jorge Obregón por aceptar y trabajar hombro con hombro como mi coordinador de campaña, a su familia por sumarse de manera incondicional, Sonia, Karina, Radamés y Marina.
A mi apreciada Martha Alicia Fuentes, por su dedicación y empeño en la ardua tarea de traer representantes de casilla, y a José Ángel Rodríguez, que nunca nos dejó solas. A todos mis amigos y ciudadanos que aceptaron ser representantes de casilla. A mi joven y talentosa correligionaria y amiga, Magda Escobedo, por su valiosa colaboración en el manejo de las finanzas, y a Jorge, su novio, por su generosidad. A Zitamar Arellano y a Héctor Linares –Toto– en el área de comunicación. A mis amigas queridas, Sara Sofía Burciaga y Atala Sánchez Murillo, porque solo nuestra amistad explica su inapreciable solidaridad. A Erik Mancillas, a don Raúl Vargas, sin ustedes la campaña habría sido más difícil. A mis cuatro jovencísimos brigadistas, Andrea, Brian, Adán y Edwin por todo lo que caminaron conmigo y tocaron puertas y corazones. A los medios de comunicación, que sin mediar un centavo de por medio, nos abrieron sus puertas y nos dieron espacios para dar a conocer nuestras propuestas. Infinitas gracias. Y quiero cerrar este texto, agradeciendo a los electores del Distrito 04, saltillenses y arteaguenses, que acudieron el 6 de junio a votar, y lo hicieron en absoluta libertad y en conciencia, sin dádivas, ni miedos, ni ningún otro factor ajeno a su voluntad, y decidieron hacerlo por esta servidora suya. No llegamos al escaño, pero quiero que sepan que eso no obrará en detrimento de mi determinación de continuar poniendo mi granito de arena para que México se convierta en una patria ordenada y generosa. Fueron 20 mil 070 sufragios que agradezco desde el corazón.
¡Qué VIVA COAHUILA! ¡Qué VIVA MÉXICO!