Hoy, hoy, hoy… ¿Y mañana?
Esther Quintana.- Siempre he soñado con unas elecciones que sean sinónimo de un derroche luminoso de energía ciudadana. Lo más cercano que he visto y vivido sucedió en el año 2000 cuando Vicente Fox se alzó como triunfador en los comicios con los que se aperturó por primera vez en siete décadas, la alternancia en México. Amplios sectores de la población manifestaron su insatisfacción a 70 años de hegemonía. Fue un sentimiento de rechazo colectivo el que rompió el statu quo y decidió jugársela con la oposición albiazul. El sistema imperante se puso en jaque. Lo estremeció la alineación de quejas colectivas nacidas de los muchos años de la detentación del poder por uno y solo por uno. El desfile de la deleznable ausencia de compromiso entre quienes gobernaban y los gobernados, explotó, acrisolando la protesta que llegó hasta las urnas y a punta de votos rompió con 70 años de partido único. Viví aquel desbordamiento de alegría ciudadana desde la silla que ocupaba en el Consejo Local de Coahuila del entonces IFE, como representante de Acción Nacional. Frente a mí estaba don Rafael Ortiz, abogado y representante del PRI, con quien siempre tuve una relación de afecto y de respeto. A las 5 de la tarde de aquel domingo memorable, me encontré con su rostro desencajado, me pasó una nota en la que escribió: “Ya ganaron, Tey, ya ganaron la presidencia de la República”. Quise brincar, gritar a todo lo que me daba la emoción que me brotaba desde adentro. Pero, solo sonreí y saboree el salado de mis lágrimas de alegría. Unas horas más tardes ya pude aplaudir, brincar, reír, degustar y festinar la historia dulcísima de la victoria, igual que millones de mexicanos que se volcaron a la calle, a las plazas, a los balcones de sus casas, a las banquetas…
Mi madre me llamó por teléfono y me dijo: “¿De verdad ganó Fox, Esther? Dios bendito pensé que me iba a morir sin ver perder al PRI…” Lloró de emoción cuando le contesté que sí, que los mexicanos habían votado por el PAN. Pero eso ya es ayer… Doce años de alternancia azul, vuelta del PRI y otra alternancia, la de López Obrador y su partido.
2024 está ya a la vuelta. Lo que vemos es un show corcholatero, montado en la violación permanente de la ley, en el que destaca el gasto de millones de pesos –seguramente del bolsillo de cada una de los pretensos- con el presidente de México encabezándola. Un tipo que sin recato alguno ha hecho de la polarización y la falta de respeto, su modo de comunicarse con la oposición. Bandea los desplantes autoritarios que su audiencia le aplaude a rabiar, y se crece en la batahola de la desmesura del yoyo que lo domina. Va en pos del segundo Maximato. Se le nota hasta en el modo de andar. Ajonjolí de todos los moles. Avasallador de poderes, de empresarios, de cuanto organismo que le represente contrapeso a su desmesura.
Acabamos de ver su “toque” en las elecciones de Edomex y de Coahuila. La farsa de tres candidatos de izquierda en nuestra tierra, al cabo que aquí nada más representamos el 2% de la votación nacional, no fue más que un raspón. Y la imposición de una señora que… usted conoce su historia, en la entidad que tiene el 12 por ciento de la votación nacional y que pueden definir en un momento dado una derrota o una victoria presidencial. Es tiempo de cobrar conciencia social.
Es un hecho indudable que los partidos buscan el poder, pero como apreciaríamos millones de mexicanos que para estos organismos, y yo milito en uno, hubiera algo más importante que el poder: Los principio. La priorización de la dignidad de la política, la preservación de la nación, el fortalecimiento de la democracia, la defensa a ultranza de los derechos humanos. Con gobiernos que le invirtieran a la educación, a la salud, a la seguridad de los gobernados. No tiene nombre lo que el actual pretende hacer con los niños de este país a través de los libros de texto gratuitos para el próximo ciclo escolar 23-24. Les vale ma… educarlos, lo que quiere es adoctrinarlos en una basura de entelequias.
La educación es para liberar, está probado, no para aprisionar entendimientos. Quiero llorar de indignación y de pesar. ¿Habrá protestas de los padres de familia? ¿Se rebelará el magisterio? Asimismo, los servicios de salud son un desastre, cada día las carencias son mayores. Hoy pretende darle el tiro de gracia a las normas oficiales mexicanas que protegen a personas con cáncer. No es cierto que ya esté aprobada su cancelación, pero va sobre eso. ¿Y que me dice de la seguridad? Habíamos estado MAL, pero lo de ahora es la debacle.
Por otro lado, la forma de manipular a sus seguidores es efectiva y poderosa. Mueve a contentillo sus emociones y sus percepciones. Dividir a una nación es lo que hacen todos los dictadores. Un estadista respeta la diversidad, crea mecanismos a través de políticas públicas para la inclusión y la equidad, para desarrollar los talentos y habilidades de sus gobernados. Una nación crece para bien cuando abraza las diferencias y las consensa para alcanzar objetivos comunes.
Los invito muy respetuosamente a hacer un balance de lo que hoy tenemos en México, y que sea eso lo que defina nuestro voto en 2024. Y por favor vuélvase exigente con los aspirantes a diputados y a senadores. Necesitamos en ambas cámaras gente libre, pensante, comprometida con usted, sin cola que le pisen, que deteste disponer de dinero ajeno y que considere un honor servir a sus compatriotas. Es desde el Poder Legislativo que puede emerger otro México.