Por Rafael Funes Díaz.- El gobierno federal encabezado por López Obrador insiste de manera enfática que la economía en el país va por buen camino, aduciendo “otros datos” que por supuesto nadie conoce, lo cierto es que la realidad de un desempeño económico mediocre es hoy una realidad insoslayable. El crecimiento de la economía está llegando a una zona donde se vislumbra una franca recesión, esto es, un decremento.

En las últimas décadas hemos tenido momentos también de un deterioro creciente, como se aprecia en la gráfica, en el 2009 en pleno sexenio de Calderón, tuvimos el peor momento, una disminución del -7.8%. Para el 2019 la cifra nos ubica en un escaso 0.1% para el tercer trimestre del año. ¿Qué significa? ¿Vamos en el mismo camino de aquél 2009?

La respuesta no es simple, en 2009 el entorno internacional era sumamente desfavorable, México fue uno de los países que mayor impacto tuvo en su economía, sin embargo la situación al año siguiente mejoró notablemente alcanzando un incremento del 7.3%, principalmente por la gestión del equipo económico que generó un ambiente favorable a la inversión y un gasto público atinado que permitió la recuperación.

Esa situación no se presenta hoy, si el presidente se empeña en señalar que las cosas van bien, evidentemente no habrá un planteamiento que impulse a la iniciativa privada a invertir, nos referimos a micro, pequeños, medianos y grandes empresarios, no únicamente los agrupados en las cúpulas empresariales.

De la misma forma el gasto público parece ir por caminos erróneos, insistir en gastar en programas asistencialistas y en proyectos improductivos como el tren Maya y la refinería en Tabasco no generará ningún impacto positivo en la economía.

Adicionalmente habrá que señalar el grave problema al que se enfrentarán las finanzas gubernamentales al no contar con las fuentes de ingreso suficientes para sostener el gasto.

La disyuntiva no es fácil, los modelos económicos hasta ahora practicados en el país no han dado resultado, la misma gráfica lo muestra, hemos tenido un crecimiento raquítico. La consecuencia más evidente del fracaso es la realidad de la pobreza, en 2008 vivían en México 54.7 millones de personas en situación de pobreza, para 2018 esa cifra se incrementó a 61.1 millones.

• Es indispensable construir una narrativa que equilibre el discurso demagógico de AMLO, sobre las siguientes vertientes:
• Exigir transparencia en el manejo de los recursos públicos.
• Lograr un nuevo arreglo fiscal que atraiga e incentive la inversión, que genere confianza.
• Abandonar el esquema asistencialista de dádivas.

Necesitamos un modelo económico que supere las limitaciones del “neoliberalismo” y del populismo de la supuesta “cuarta transformación”. Una economía social de mercado que tenga como sustento el humanismo integral y solidario.