La estrategia contra Xóchitl, según Kolakowski. Por Juan Antonio García Villa
El pasado 20 de noviembre dieron inicio las precampañas (ojo, aún no las campañas) para la presidencia de la República. De acuerdo a lo establecido en la ley, esta etapa comprenderá 60 días, por lo que habrá de extenderse hasta el próximo 18 de enero. Bueno, pues apenas empezaron las precampañas y quienes integran la élite de la comentocracia, sospechosamente, fueron presa de una especie de telepatía colectiva.
Porque resultó que de manera súbita y sin aportar datos duros o suficientes elementos de juicio, coincidieron en opinar que Xóchitl Gálvez no levanta, que perdió impulso, que quedaron atrás su dinamismo, frescura y arrojo antes mostrados.
Más que telepatía colectiva, el sentido común indica que en realidad se trata de una operación perfectamente orquestada por el oficialismo. Para entender el truco, vamos a llamarlo así, viene muy a propósito una anécdota que Enrique Krauze narra en su más reciente libro, Spinoza en el parque México, y que a su vez le escuchó al filósofo e historiador polaco Leszek Kolakowski. A éste lo conoció en la década de los años ochenta, se relacionó con él en el mundo académico y cultivó además amistad personal.
Leszek Kolakowski (1927-2009) fue un intelectual de gran calibre y convencido marxista en su juventud. En 1953 se doctoró en la Universidad de Varsovia con una tesis sobre Spinoza. De él se dice que es “el mayor experto en la historia intelectual del marxismo”. En cierto momento, debido al clima de hostilidad y persecución de que era objeto, se vio obligado a dejar su país natal y se instaló en Inglaterra. Que fue donde, dice Krauze, “concibió el proyecto gigantesco de demoler intelectualmente al marxismo: etapa por etapa, autor por autor, corriente por corriente”, lo que plasmó en un libro de casi mil trescientas páginas.
Pues bien, Krauze relata que en 1985 coincidió con Kolakowski en un congreso sobre intelectuales en Skidmore College, en el que él, Krauze, dio una conferencia a la que asistió el profesor polaco y le tocó “escuchar los reparos de unos académicos latinoamericanos a mi proyecto —dice— de ‘democracia sin adjetivos’ como un proyecto urgente para América Latina”. Entonces Kolakowski tomó la palabra y manifestó que las críticas hechas al conferenciante, es decir, a Krauze, no eran otra cosa que sofismas, formulados habilidosamente para confundir y tratar de desvirtuar lo que verdaderamente había expuesto el orador. En otras palabras: ideología contra argumentos.
A continuación Krauze relata que esa noche, en la cena cuya mesa compartieron él y el académico polaco con el gran escritor irlandés Conor Cruise O’Brien, Leszek “estuvo divertidísimo” y “contó una parábola perfecta sobre el poder de las ideologías:
‘Dos niñas —dijo— emprenden una carrera en un parque; la que va detrás exclama continuamente a grandes voces: ‘¡Voy ganando! ¡Voy ganando!’ Hasta que la que lleva la delantera abandona la carrera y se echa a llorar en brazos de su madre, diciendo: ‘No puedo con ella, siempre me gana’” (Spinoza en el parque México, pág. 718).
Luego, refiere Krauze que: “Al final, (Kolakowski) me tomó del brazo, nos apartamos un poco de la mesa y me dijo: ‘No dejes que eso le ocurra a tu país’”.
El consejo dado por Kolakowski a Krauze en 1985, es válido hoy para todos los votantes mexicanos. No permitamos que eso le ocurra a nuestro país. Es decir, que con malas artes nos hagan creer que quien bien puede ganar la presidencia de la República en 2024, está derrotada de antemano.