LA INSONDABLE LEVEDAD DE LA FRUSLERÍA Por René Mondragón

Desde que la 4T se convirtió en una fuente de poder político, corrupción económica, poderío totalitario, fuente de ideologías y tesis populistas que tanto daño han provocado y provocan a todos los estratos sociales de este México lindo y querido, lo único que ha faltado es comunicar y gobernar con sentido común que es el menos común de los sentidos.
¿JUEGO PERVERSO?
Así parece, porque todo indica que, en nombre de una ideología que muchos creíamos superada, la ausencia de sentido común predomina como bandera, estrategia, metodología a la hora de gobernar y locuras, torpezas y galimatías al legislar, creando el concepto que encabeza esta pieza: Una insondable v donde la fruslería lleva el rol estelar.
Insondable, porque los mexicanos de a pie, todavía no hemos visto el fondo, los extremos hasta donde el régimen macuspano quiere llevar al país. Ya hay algunos adelantos. El muy limitado presidente de la “Mesa Divertida” en el Senado lanza vitriólicos señalamientos y flamígeras amenazas, cuando se trata de romperle la madre a cualquier cosa que surja de la tibia y testimonial oposición, salvada únicamente, por algunos personajes como Ricardo Anaya, Lily Tellez, Damián Zepeda, Cristina Márquez y algunos más.
Unan primera evidencia del sentido común en esa zona del país –es que son un mundo aparte- es reclamar el principio jurídico del derecho al pataleo, cuando lo descubren viajando en primera clase y comiendo –igual que lo hacía Ana Gabriela Guevara- en los mejores espacios que nunca conocerán los millones de pobres-pobres que dice defender el senador Noroña. Y hervir en cólera cuando en un evento del PT lo despiden con una silbatina, mentadas de madre y gritos “¡que se vaya!” de su anterior querencia, el PT. Claro, a falta de sentido común, espetó a todo pulmón: “No me lo merezco”.
No obstante el caldo de cultivo de la levedad política del segundo piso, es tan culpable como su senador, como el impresentable gobernador Armenta en Puebla o como las poses del camarógrafo Epigmenio Ibarra. Es el manejo –a falta de sentido común- de lo superficial, de emitir juicios de valor, con una desfachatez y una simpleza que dan mucho qué pensar en el tema de una grave ausencia de inteligencia emocional. En algo ya patológico, pues.
Todo se queda en la nata y en la superficie de la levedad. Por lo mismo, a falta de argumentación y fondo en el debate, todo se reduce a lanzarle lodo en cantidades industriales, a Calderón o a Loret. Lo que ha provocado, por cierto, que los hayan convertido en héroes. Asímismo es nuestro pueblo que se solidariza con el más débil, con el más lastimado por quienes tienen el poder.
Esta levedad les lleva a llevar todo a los predios de la sorna, la ironía y la burla que busca lacerar al sujeto a quien se dirige. Cómo no recordar: “¡Ahí están sus masacres!”… O el otro planteamiento que “justificó” no recibir jamás a las madres buscadoras, “por temor a ensuciar la investidura presidencial”
En un mismo terreno la levedad mágica del Fiscal General de la República, decretó de oficio que Teuchitlán nunca fue campo de exterminio, sino solo de entrenamiento paramilitar. Mandó sacudir, barrer, trapear y aventar todo por debajo de las osamentas, para declarar la superficialidad de su parecer. Con lo que el jefe Gertz no contó, fue que García Harfush le derrumbará todo el teatrito, asegurando que sí encontraron restos, materiales y condiciones que permitían asegurar que ahí era un crematorio y un lugar de exterminio de personas.
La idiotez volvió hacer su aparición: “¿Quién asegura que esos zapatos eran de gente exterminada?” pontificó de nuevo el insulso del senador, hasta que le callaron la boca desde palacio.
La fruslería tomó carta de naturalización. Aunque la ministra Loretta da la impresión de que ya abandonó el ring, la contienda de máscara contra cabellera dará mucho que comentar pues no todo está dicho entre las ministras Batres y Esquivel. Va a correr mucha tinta.
Por supuesto, no podían faltar las exhibidas presidenciales, los papelazos que sus sedicentes asesores han dejado ver que la mandataria está sola. La descripción de que “si los indicadores suben, es que la economía va bien, pero su muestra una tendencia a la baja, es que vamos mal”… o en el rubro del plan estratégico para no gastar en luz, es “dejar de gastar luz”, ha resultado genial.
En internacional, solicitar la integración de los país del continente para afrontar y enfrentar a la comunidad mundial y a los países de Oceanía en particular, dio la impresión de generar un bostezo como única reacción. El escribano insiste: la mandataria no domina muchos temas y de verdad, no le ayudan o lo hacen muy escasamente.
El maestro Marco Estrada Saavedra sostiene algunos elementos que en opinión de este escribano, pueden contribuir a regresar al sentido común.
Para comenzar, de acuerdo con el académico consultado, el sentido común ha recibido virulentos ataques de quienes lo ven como algo tangencial que provee actitudes sin fondo científico. Lo sostiene en estos términos:
(…) el sentido común, la phronesis, el bonne sense, la prudentia, la Urteilskraft, es decir, toda esta serie de facultades mentales relacionadas entre sí y que fungen como brújulas para nuestra orientación en el mundo social y práctico, han sido calificadas peyorativamente por los “pensadores de profesión” (Kant) y, por tanto, analizadas como poderes mentales inferiores si no es que francamente nocivos, que bien haríamos, según la creencia filosófica dominante, en marginar lo más posible para darle espacio a las operaciones de las facultades mentales más elevadas y divinas, como la razón o el intelecto (…)
Sin embargo es valioso puntualizar: (…) el sentido común, en la forma de la phronesis griega, es la facultad mental propia de la esfera de la política para los hombres de acción, para aquellos cuyo negocio no era el pensamiento, sino el mundo mismo (…) ¿Verdad que sí hace falta?
(1) Sociológica, año 18, número 53, pp. 251-258 Septiembre-diciembre de 2003 Sentido común y política Marco Estrada Saavedra*