LA LUCHA POR LA VIDA NO SE PUEDE ABANDONAR Por Salvador Reding
Los ataques a la defensa de la vida están más recios que nunca, tanto porque hay más defensores de la muerte y con mucho poder, como por la mayor incidencia de medios de comunicación que utilizan. Hay muchos intereses involucrados a favor del aborto, diversos, algunos porque el aborto en el mundo es un negocio, y en muchos casos, cuando es mercantil, lo es de millones de dólares. Y por eso lo respaldan grandes organizaciones como Planned Parenthood. Pero hay muchos otros intereses, desde intrínsecamente perversos, propios del demonio, como de planes para reducir la población mundial, patrocinados por personas muy poderosas en el mundo de los negocios, tipo George Soros.
En los gobiernos de los países, y en organismos internacionales, que se supone deben defender la vida de la gente, hay muchos, demasiados proabortistas infiltrados que tratan, y en mucho logran, conseguir que el llamado “derecho” al aborto, o su eufemismo de “interrupción legal del embarazo” sea no sólo aceptado, sino impuesto. En muchas partes, se ha legalizado el aborto en leyes y hasta en constituciones nacionales. A veces, en general, se comienza por la despenalización del aborto. Esto hay que aclararlo bien: el aborto sigue siendo un crimen conforme a legislaciones penales, pero se le libera de toda penalización, es decir que matar a una persona nonata se puede hacer impunemente, sin miedo a represalias legales.
Y vale la pena aclarar algo que alegan las personas proaborto: que al negarse la despenalización del aborto se está “criminalizando” a las madres que abortan. Y no es así, cuando una mujer mata a su bebé nonato ya está cometiendo un crimen. Igualmente, las personas que le auxilian a abortar o que practican el aborto, también están cometiendo un crimen conforme a la mayoría de las legislaciones penales. Y digo mayoría, porque ya los proaborto hasta han logrado casos en que el aborto deja de ser un delito.
Hay otras personas que defienden el aborto porque no tienen el sentido del valor de la vida humana antes de nacer. Son insensibles a ese crimen, sea por falta de formación moral o porque la han abandonado. Muchas de esas personas se horrorizarían si se recomendara matar a un hijo, o a cualquier persona, pero no si no ha nacido. Aún se les puede preguntar a los indiferentes del valor de la vida antes de nacer si les parece bien que haya guerras en que mueren miles de personas, o si está bien que grupos delincuenciales hagan masacres de indefensos. Y eso también les horroriza, pero no cuando la persona humana aún no nace. Pero aún hay más, algunos defienden no solamente el supuesto derecho de matar un nonato, sino que lo llevan hasta el momento del nacimiento, es decir durante todo el embarazo, y peor aún, matarlo justo al momento de nacer y hasta pasado ese momento, de inmediato.
Creo que el problema principal a nuestro alcance como ciudadanos fuera de organizaciones defensoras de derechos humanos, es insistir en nuestros círculos de relaciones personales sobre el inalienable derecho a la vida, desde el momento de la concepción. Y más porque para facilitarse la posición de que sí se vale abortar, dicen, inventan, que el no nacido “no es persona”, en especial cuando hablan absurdamente de “un montón de células” solamente. Y en general, se niegan a discutir el tema, porque la insensibilidad respecto a la vida antes de nacer les es destruida con ya muy probados argumentos y pruebas, del mundo médico, de que la vida de una persona inicia justamente con la concepción. Y eso no les gusta, quedar mal, expuestos en su error ante los demás, pero sobre todo ante sí mismos.
El argumento absurdo de que una mujer embarazada tiene un supuesto derecho a vivir su plan de vida, sin el estorbo de un embarazo, un “derecho a decidir” si quiere ser madre o no, es una falacia, pues desde el momento de la concepción, ya es madre de un bebé en desarrollo. La maternidad, o la paternidad también, no inician con el nacimiento, sino desde que una personita ya se desarrolla y crece en el vientre de su madre. La mujer que ha abortado, es la madre de un niño muerto, asesinado.
Los esfuerzos institucionalizados proaborto no solamente consiguen avances legales a su favor, o bien en la educación infantil, para que desde antes posible, los niños tengan una “educación” de la libertad sexual y de lo desechable que son los bebés nonatos. Hay mucha, demasiada insensibilidad sobre el valor de la persona nonata entre la juventud, lo que permite a quienes, gracias a la libertad (libertinaje) de las relaciones sexuales, pensar que no hay razón para no abortar en un “embarazo no deseado”.
Es muy importante informarse lo mejor posible sobre la importancia del derecho primigenio a la vida, algo que se adquiere desde la concepción. Y defender la vida del nonato frente a personas insensibles, con los mejores argumentos, y sobre todo, pidiendo al Espíritu Santo sus luces para hacerlo de la mejor manera, que provoque una sana reflexión, y no un empecinamiento sobre la posición de que se vale abortar sin consecuencias legales, morales o religiosas.