La oratoria política, más que discursos
Salvador I. Reding Vidaña.- Cuando se habla de oratoria en la política, se le identifica generalmente con los discursos de campaña. Pero no debe ser así, en su amplio sentido, la oratoria, en este caso relacionada con la política, debemos referirla a múltiples escenarios y ocasiones. Así, la preparación para “hablar en público” debe ser la adecuada a los auditorios o medios a los que va dirigida.
Es cierto que los discursos de campaña son muy importantes, pero hay otros que en cada caso el hablar en público también serán relevantes y que por tanto deberán ser bien aprendidos.
El bien hablar en público puede ir desde una intervención ante un grupo grande o pequeño, hasta las que se hacen en las tribunas legislativas, o desde el pódium del poder ejecutivo. Los casos y sus particularidades deberán respetarse para tener un impacto favorable en la audiencia a la que van dirigidos, para tratar lo mejor posible de convencerla y utilizando el lenguaje que en cada caso realmente “comunique”.
Ese hablar en público incluye también las exposiciones de tipo académico digamos en cursos, talleres y conferencias. Y cada uno de estos casos requiere tener sus propios estilos y enfoques. Y no es lo mismo leer un escrito (en donde la entonación y pausas son importantes) como hablar con o sin un guion a la mano.
Ante la comunicación por escrito, la de palabra viva tiene la diferencia de que un escrito se puede revisar, corregir y editar, en tanto que lo dicho, dicho está, no se puede volver atrás, y corregir algo mal dicho puede ser aceptable o no para el auditorio que lo escucha.
En general, hay un problema bien conocido cuando alguien debe dirigirse a un grupo por primera vez, o hasta por muchas ocasiones, y es el llamado “pánico escénico”. Lo que podemos decir en una plática de amigos, de café o de familia, al tener que exponerlo a un grupo pude provocar un temor de equivocarse, de hacerlo mal, y esto es el tal pánico escénico de un orador. Claro que ese lo sufren también artistas que suben a un escenario, justo antes de empezar y que, para el veterano, desaparece en cuanto empieza a exponer o a actuar. ¿Cómo se vence el pánico escénico? Practicando, asegurándose de que se tiene bien claro y dominado el tema.
Pero si nos ubicamos en la oratoria de campaña (usando este concepto con un amplio criterio), hay que distinguir entre lo que se dice en una pequeña reunión de promoción de un candidato, o de otra dentro de un partido o medio conocido digamos de simpatizantes o vecinos. La preparación para hablar en público en campaña debe incluir lo que se va a decir o exponer en una reunión formal o una informal, organizada o espontánea. Un discurso en un mitin de campaña es en general lo que se considera oratoria política, pero en realidad es solamente un caso particular, al que normalmente se quiere preparar oradores.
También lo que se dice en una reunión vecinal pequeña, como en una visita domiciliaria, de esas que se hacen visitando casa por casa, incluyendo lo que se debe decir y cómo decirlo si la visita es a un hogar de simpatía por el partido o candidato o de otra que sea indiferente o que, a pesar de simpatizar con otros proyectos políticos, sea recibida y escuchada. Y parte de ese buen hablar incluye el manejo de las conversaciones o cuestionamientos que se puedan, como es común, presentar.
Hay un tipo especial de oratoria política que es la que es la que se maneja en conferencia o reuniones formales de prensa, o en un entrevista en medios de comunicación, sea en ambiente de simpatía o de antipatía, ambos casos son comunes. Y además está el caso de las llamadas entrevistas” de banqueta”, en ellas el candidato o dirigente político es abordado por la prensa (que lo va a grabar o videograbar) y que pueden ser muy hostiles. Los errores de dejarse llevar por preguntas malintencionadas o agresivas se pagan, ya para evitarlo se necesita un gran esfuerzo de concentración mental instantánea, porque como ya dije, lo dicho, dicho está.
Luego están los debates de candidatos, dentro y fuera de los partidos, que requieren una preparación muy cuidadosa de lo que se va a decir y de lo que se deberá evitar decir.
Así, el hablar en público por razones políticas es no sólo una técnica formal y tradicional de discurso solamente, con su tradicional estructura que se aprende en curso de oratoria, sin todo un programa adecuado a las diversas situaciones en la que un presentador, conferenciante, dirigente, vocero o candidato en campaña se va a enfrentar.
Retomemos el tema del pánico escénico de expresarse en público. Éste es superado sin mayor problema cuando se está bien convencido y enamorado o entusiasmado con lo que se va a decir. Hay un aso muy interesante de personas que nunca han sido oradores pero que hablan sin miedo en público, como ante medios de comunicación espontáneamente; cuando están muy enojados, allí la emotividad profunda hace hablar sin problemas. Es decir que cuando, reitero, quien va a hablar está bien convencido, el pánico escénico se supera en automático.
Aprender la oratoria política debe ser un ejercicio de capacitación muy amplio, según los casos particulares de cada personaje de la política. La historia de la vida política en las naciones nos ha enseñado cómo los errores llegan a costar muy caro en imagen o en intenciones de votos, así como los aciertos del buen hablar pagan con resultados excelentes. Y ante ese aprendizaje del buen hablar hay un secreto (que no debe de serlo) que procede siempre, de una buena preparación personal de largas horas de reflexión, pensar muy bien, comparar ideas con los cercanos o asesores y decir las cosas bien, pero muy bien reflexionadas.