LA PERSUASIÓN POLÍTICA DE LA INTELIGENCIA INFORMADA Por Salvador I. Reding Vidaña

Sobre el discurso populista exitoso, como el de López Obrador, ese que ofrece la total felicidad gracias a la buena voluntad del Estado subyuga (bien se tiene experiencia), principalmente a los que menos tienen, a los que carecen de una buena formación intelectual, pero no solamente a ellos. De alguna manera, el populista se las arregla para convencer a personas acostumbradas a la reflexión inteligente y (supuestamente) bien informada. Este es el tema.
La historia y el mismo presente mundiales tienen innumerables casos de que populistas han podido manipular a tantas personas como puede ser la abrumadora mayoría de una nación. Tomemos el multicitado caso de Adolfo Hitler, que logró convencer a Alemania de su doctrina y su política, que no solamente resolverían todas las necesidades poblacionales, sino que harían que Alemania recuperara el orgullo perdido, tras su derrota en la Gran Guerra 1914-18.
Pero el discurso político de grandes líderes ha podido también seducir a poblaciones enteras para bien del país, sobre todo en grandes crisis. Este es el caso de Winston Churchill ante la amenaza nazi, cuando ofreció una defensa de Inglaterra que sufriría “sangre, sudor y lágrimas”. En estos casos, en vez de ser una dominación del poder sobre la gente, era dar fuerza espiritual para resistir y defenderse del enemigo amenazante con una invasión terrible.
En ambos casos la persuasión satisfizo desde la gente más sencilla hasta mucha de la acostumbrada a pensar con frialdad, y confiando en su conocimiento de hechos, así como de verdades, medias verdades y falsedades de los discursos políticos. Los ciudadanos alemanes justificaron desde las restricciones legales nacionales, hasta la persecución tanto de adversarios políticos como de grupos raciales que incluían principalmente a los judíos, en lo que llamaban “la solución final”. Pero también ¡lo peor! justificaron la guerra de invasión de Europa.
No es nada difícil entender la persuasión política de las masas, sobre todo cuando el discurso es fanático, que ofrece lo mejor del mundo y eso a costa de lo que sea para conseguirlo, pero en especial para conseguirlo destrozando a los “enemigos del pueblo”, los ricos. Y hasta los poderosos extranjeros que explotan a la patria.
Pero viendo la evidencia en diversas experiencias del mundo, ¿por qué los pensantes, educados, reflexivos e informados se dejan engañar, convencer al parecer con relativa facilidad? ¿Cómo pueden ganarse su voluntad ya no digamos para simpatizar con el populista, sino para hasta apoyarlo en lo que se les pide?
Estas reflexiones me llevan al caso mexicano de Andrés Manuel López Obrador y su triunfo electoral de 2018 y buena parte de su mandato. No deja de asombrarme cómo ciertas personalidades bien informadas (o al menos que eso creían) se dejaron engañar y seducir por el llamado Peje o Amlo. La mayoría de ellos al avanzar ese gobierno lópezobradorista se fueron dando cuenta de que habían caído en el engaño de quien ofrecía resolver todos los problemas de México.
Para empezar lo que debía haber sido una reflexión elemental y un darse cuenta de lo falso, muy falso que era López Obrador (algo que quedó demostrado más temprano que tarde en su gobierno), era la experiencia de cuando fue Jefe de Gobierno en el entonces Distrito Federal. Los daños, las mentiras, los abusos del poder y la falta de transparencia en el gasto, la alianza con innombrables y mucho más, era suficiente para saber que sus tres campañas eran soberanas mentiras.
Y su vida pública anterior también daba materia para ya no digamos poner en duda su oferta de campaña, sino para calificarla de engañosa e incumplible. En Tabasco atentó contra la paraestatal Pemex, alebrestando a multitudes a bloquear instalaciones y pozos petroleros, cometiendo varios delitos calificados. Se habían girado órdenes de aprehensión en su contra, pero la anécdota creíble es que Ernesto Zedillo impidió que se ejercieran por miedo a revueltas peores. Al tiempo dichos delitos prescribieron. Una carrera en la UNAM de 14 años era una alerta.
Y no, perdón, pero no entiendo cómo personas, algunas conocidas mías (que no menciono) con experiencia en el análisis político pudieron dejar de lado toda esa experiencia de vida y política de Amlo para creerle. Esto incluye por supuesto a comunicadores y dirigentes sociales destacados y con poca o mucha influencia sobre otras personas. Los ingenuos convencidos del discurso de Amlo contagiaron su entusiasmo a muchas otras personas que votaron por él confiando ingenuamente en que cambiaría el mundo político, económico y social de México.
Así como los ciudadanos alemanes en su tragedia de un país destrozado reconocieron demasiado tarde que se habían equivocado, y los británicos se convencieron de que Churchill había tenido razón, también en otros países, incluyendo México, se dieron cuenta demasiado tarde que se equivocaron en sus apoyos a quienes harían tanto daño a sus respectivos pueblos. Y lo peor de todo es que apoyaron a caudillos populistas como El Peje muy a pesar de tantas voces que alertaban sobre lo que sería el grave error de entregar la presidencia y con ello el país a un autócrata dispuesto a hacer sus caprichos costara lo que costara.
Hay quienes al intentar convencerlos de lo falso de Andrés Manuel decían que había que darle el famoso “beneficio de la duda”, cuando dicha duda no existía para quienes tenían presente la vida de ese individuo: iba a salir mal y sucedió.
Y ahora, bajo un nuevo gobierno morenista con un expresidente detrás del trono y una oferta (en realidad una amenaza para los entendidos) de continuar con la política de la autollamada 4T, en un “segundo piso”. Demasiados crédulos de una muy falsa oferta de gobierno tanto de Amlo como de su sucesora están costando a México demasiado, para mal de los actuales pobladores y de sus hijos y nietos.
La credulidad de tantos millones de personas que no se dignaron reflexionar sobre la experiencia vivida por Amlo y sus secuaces, es desgraciadamente tan debilidad humana como objeto de desesperación de quienes sí advirtieron que un gobierno de López Obrador sería nefasto para el país ¡y no les creyeron!