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LA PREOCUPACIÓN SOBRE LAS VACUNAS

Marcos Pérez Esquer.- Todo esto es un verdadero relajo. Casi nadie sabemos bien a bien a qué atenernos con las vacunas contra el Covid. ¿Son seguras? ¿son efectivas? ¿son suficientes? ¿qué pasa si no me aplico la segunda dosis? ¿en realidad debo vacunarme?

Son muchas las dudas que nos asaltan, así que, dado que no soy ningún conocedor del tema ni mucho menos, he tratado de consultar a las personas y fuentes en las que confío. Lo que señalan las y los especialistas, es que, para saber si una vacuna es segura y efectiva, es preciso conocer el detalle de la información sobre las fases de la investigación para su desarrollo.

Hay una primera etapa a la que llaman “fase preclínica” que consiste en los experimentos que se hacen en animales y que, al presentar resultados favorables, permite pasar a la Fase I. La Fase I implica probar la vacuna en un grupo pequeño de seres humanos, menos de 100, experimentando con la dosis y la vía de administración, a efecto de probar la seguridad de la misma, y la efectividad, es decir, la inmunogenicidad. Ante el éxito de la Fase I, en la Fase II se amplía la muestra de personas a un grupo de entre 200 y 500 personas. Si las fases anteriores son satisfactorias, en la Fase III se hacen pruebas ya entre cientos o miles de personas en diversos sitios, que pueden estar incluso en distintos países.

En esta fase se prueba la vacuna contra un placebo, es decir, a algunas personas se les administra la vacuna mientras que a otras solamente alguna solución inocua, para determinar si en verdad la vacuna hace alguna diferencia. Lo anterior es vigilado por el método de doble ciego (donde el investigador que desarrolla la vacuna no conoce al que la aplica o ve sus efectos, y viceversa). Con el éxito de la Fase III, se aprueba el uso de la vacuna a población abierta. La Fase IV ya versa sobre resultados de la aplicación de la vacuna entre la población en general, para seguir midiendo su efectividad y seguridad.

Hasta ahora, las vacunas que han pasado la Fase III, y que por lo tanto han recibido autorización de las instancias de salud como la FDA de Estados Unidos, o de su equivalente europea, son las de Pfizer (Estados Unidos), AstraZeneca (Reino Unido), y Moderna (Estados Unidos). Otras como la Sputnik V (Rusia), han presentado información de la Fase III, pero insuficiente, en tanto que la CanSino (China) prácticamente no ha presentado información, y otras como la Johnson & Johnson (Estados Unidos), la CureVac (Alemania), la Novavax (Estados Unidos), o la PharmaMar (España), están en avanzados trabajos de Fase III.

El problema es que en México justamente se está privilegiando el uso de las vacunas rusas, y quizá también las chinas, es decir, las que menos información han presentado sobre sus respectivos protocolos de investigación, y por tanto, de las que menos sabemos sobre su seguridad y efectividad.

Para colmo la cantidad de vacunas hasta ahora acordadas no son suficientes para toda la población, sobre todo sabiendo que se requieren dos dosis en un intervalo que puede ir de los 21 a los 42 días. Nada pasa si no se recibe la segunda dosis -peor es no poner ninguna-, pero algunos científicos dicen que el efecto de no aplicar la segunda está en la reducción de la efectividad, ya que la primera dosis ofrece entre un 70 y un 80% de protección, la segunda dosis aumenta esos niveles a un 95%; y otros especialistas dicen que al no aplicar la segunda dosis, la primera podría reducir su efectividad a niveles muy bajos, o nulos, pero eso estará por verse en la práctica. Así que ojalá el gobierno logre acordar la compra de más vacunas.

Otro aspecto que en México preocupa, es el plan de vacunación, ya que a diferencia de lo que se hace en Estados Unidos, por ejemplo, no se apoyarán en los gobiernos estatales, lo que podría retrasar el programa. Cierto es que se ha permitido a los Estados adquirir directamente vacunas, pero también es cierto que para cuando se les autorizó, ya no las había en el mercado internacional sino hasta el año 2022. Desde luego también preocupa el posible uso sesgado y electorero de la vacunación la cual piensan llevar a cabo a través de los “siervos de la Nación”, una estructura claramente militante; y no se diga el hecho de que la compra de vacunas se haya clasificado como información reservada por 5 años; no hay razón lógica para ocultar las cantidades y los precios pactados, eso solo llama a la sospecha y a la suspicacia.

Como sea, si usted me pregunta si debe o no vacunarse, yo le diría sin duda que sí. Si le toca una de las vacunas aprobadas en Fase III, pues qué maravilla; si le toca la rusa, pues esperemos que sea segura y efectiva; y si le toca la china, pues nomás persígnese, porque incluso esta última opción es mejor a no vacunarse.