La realidad cruda
Por René Mondragón
EL LUGAR COMÚN
De lo más usado, es el lugar común que reza “la cruda realidad” y que se refiere a las evidencias claras, presentes e indubitables, que contrarían el imaginario, las fantasías y/o las ocurrencias de algún emisor.
De acuerdo con nuestras hermosísimas lectoras y valientes lectores, lo que los mexicanos vemos y escuchamos en los divertimentos y patiños mañaneros, nos permiten vislumbrar una realidad cada vez más en términos de resaca. A eso se debe el cambio de posición del adjetivo.
La realidad cruda duele, lacera, impacta y golpetea la razón y el organismo social, pero el mexicano que simpatiza con los morenos, aguanta y resiste estoicamente.
Ese mexicano tiene hambre y sed de justicia, pero a falta de medicinas en el INSABI; con un desempleo que se eleva; con los niveles deficientes de la educación, atendidos por un secretario prácticamente invisible; y todos…perdidos en el embriagante aroma de una rifa que no la rifa; de un avión que no es de quien lo quiere rifar y de varios miles de millones de pesos que “mágicamente” aparecieron para pagar el avión y en cuanto se pueda, comprar medicamentos y equipos, la realidad es más cruda que los efectos etílicos de cualquier “teporocho”
DESPUÉS
Nos ocuparemos de la filología de la expresión “teporocho”. Por lo pronto, este amanuense comparte la visión de mi estimado Leo Zuckermann en sus Juegos de Poder (Excelsior 12 02 2020) cuando plantea otra cara de la realidad cruda.
En efecto, estamos en presencia de una grave carencia de liderazgos sociales y políticos, particularmente entre las filas del PAN. Se aprecian algunos destellos importantes a quienes les falta consolidación, empuje, pasión y narrativa, ante una avalancha y el monopolio de la palabra que hace el presidente.
Como bien dice un analista, además de Felipe Calderón, el presidente ha construido su propio némesis: él mismo. Y a pesar de ello los índices de popularidad le siguen siendo favorables a su persona, no así al desempeño y a las expectativas de los resultados que genera su administración.
EL TALÓN DEL MACUSPANO
Ciertamente, como destaca Zuckermann, es evidente un serio deterioro de la opinión ciudadana en el terreno de la gestión del hombre de Tabasco. En tanto que la narrativa presidencial asume como columna vertebral al tema de la corrupción, la ciudadanía –en lo que coinciden diversas encuestas- está más preocupada por la falta de empleos, por la terrible inseguridad, por las deficiencias pasmosas en la atención de la salud y la continuación de las desigualdades.
El presidente sigue culpando al pasado de todo lo malo que sucede en México, pero se habla muy poco de los procesos y mecanismos que estén generando –en el aquí y ahora- buenos resultados para las familias.
ASPIRACIONALES SIMBOLISMOS
El presidente mexicano es un mago de la comunicación política. Inspira memes y se reviste de redentor del pueblo. Condena sin piedad y si se equivoca, cambia de objetivo, de diana y apunta de nuevo. Es el maestro de la proclama que se llena de simbolismos para un pueblo acostumbrado –desde el sistema educativo nacional- a la prefabricación de héroes mitológicos que representen sus anhelos, aspiraciones y mundos idealizados.
El mexicano busca a esa mezcla entre Batman, Juanito, Spiderman, Wonder Woman y Madre Teresa, que vendrán a resolverle todos sus problemas de una vez y para siempre. Por eso no le digiere bien el asunto de “Danos hoy, nuestro de pan de cada día”. Quisiera el abastecimiento para siempre.
DESEMPEÑO MEDIOCRE
No importa si los resultados dejan mucho qué desear. El tema es seguir respirando y aspirando los símbolos etéreos aunque las esperanzas, una y otra vez, le señalen como realidad cruda, las mentiras, los datos prefabricados, las engañifas descubiertas; las ocurrencias y los desatinos.
Al momento de tundir el teclado, Roy Campos, comandante de Mitofsky lanzó una afirmación que al escribano le parece genial: Al presidente López, lo ha alcanzado la realidad… Y eso, puede acarrearle serios problemas para su gobierno y un terrible desencanto del pueblo bueno y sabio; de esa gente que quería un cambio para donde fuere. Para muchos de ellos, el cambio prometido, no ha llegado.