¿Lo que llegó para quedarse? 3: “Las Mañaneras”
Por Rafael Morgan
Se ha señalado con mucha razón, lo contradictorio que parece que los dos temas tratados en esta columna como que llegaron para quedarse sean la militarización y el narcotráfico, precisamente porque uno de los argumentos para mantener al ejército en las calles es para combatir al narcotráfico y a los carteles, por lo que debiera pensarse que la actuación efectiva del primero, debiera tener como consecuencia la eliminación o la disminución y control de otro, pero hasta la fecha, ambos factores, los militares y los narcos, están en auge y ganando fuerza, poder y presencia en México.
Una primera razón es que el ejército ahora lo están dedicando a muchas otras tareas, para las cuales no tiene experiencia, capacidad ni conocimientos y una segunda razón es que su comandante en jefe, el Presidente, lo ha limitado en su actuación de modo que en lugar de enfrentar a los grupos armados y decididos a matar y matarse entre sí, el ejército sólo puede dedicarse a “dar abrazos” y a no aprehender a los principales capos y jefes de grupos. Así, los narcos, los carteles y el narcotráfico permanecen, se robustecen y en algunos casos hasta se confunden con la autoridad y el mismo ejército.
Pero el tema de esta columna es preguntarse si “las mañaneras” de López Obrador llegaron para quedarse, máxime que ahora hasta se han ampliado al incluir también los fines de semana. Las razones son:
– El Presidente ha expuesto que a través de la información que el transmite personalmente cumple con la ley sobre transparencia y rendición de cuentas.
– Arguye también que de esta forma aclara, contradice y refuta las notas periodísticas y de la radio y televisión que tergiversan y mal informan sobre las decisiones y actuaciones del gobierno.
– También sostiene que gracias a las mañaneras el costo de la publicidad e información del gobierno se ha disminuido drásticamente.
Lo cierto es que “las mañaneras” se han convertido en un instrumento sorprendentemente eficaz para: mantener la presencia del Presidente en la mente de los ciudadanos; denunciar, con justicia o sin ella, a quienes no acatan sus instrucciones o no pagan impuestos; gracias a las diarias mañaneras contradice y contraataca a los comunicadores que critican sus políticas y programas; informa al pueblo con sus “otros datos”, aunque se demuestre que están totalmente fuera de la realidad; en repetidas ocasiones aparece el Presidente alabándose a sí mismo y con expresiones como “no somos iguales”, “en mi gobierno no hay corrupción”, que con 200 pesos en su cartera tiene suficiente, etc.
Hay que reconocer que ese instrumento mañanero y diario ha sido tan eficaz, que hasta varios gobernadores lo han adoptado o han pretendido adoptarlo, algunos por lo menos semanalmente y otros irregularmente, pues es durísimo estar todos los días a las 7 de la mañana con temas diferentes y con los secretarios y otros funcionarios respaldando al jefe con información y datos actualizados.
El ex presidente Felipe Calderón, reconoció en entrevista que a él le había faltado más cercanía con los ciudadanos, como se logra con esas “mañaneras”, pero habría que agregar que no es posible gobernar y mucho menos gobernar bien dedicándole dos o tres horas diarias a esa actividad, más las que se requieren para preparar la información, los gráficos y los datos comparativos. Por otro lado, se presiona y extenúa a los secretarios de estado quienes tampoco alcanzan a cumplir con las labores de su encargo por atender los requerimientos mañaneros del Presidente. Esta es una de las razones por las que han renunciado tantos funcionarios de primer nivel en este régimen.
Un aspecto muy negativo con la actividad mañanera es que se está usando para atacar a ciudadanos, organizaciones sociales, comunicadores y adversarios políticos; se olvida el presidente de su investidura presidencial y de su carácter de funcionario público electo por los ciudadanos y que es gobernante de todos los mexicanos, no sólo de los que por él votaron, ni de los del partido que lo llevó al poder; su obligación es respetar a todos los ciudadanos, organizados o no, de cualquier partido político y de cualquier medio de comunicación que deben gozar de todos los derechos que la ley les reconoce y aunque constantemente declara el presidente que “su pecho no es bodega”, la crítica ciudadana se la tiene que embodegar y respetar a unos y otros.
Así pues, ¿”las mañaneras” llegaron para quedarse? Dios nos libre.