LÓPEZ OBRADOR, EL FARSANTE Por Esther Quintana
Cuando como hoy, en nuestro país, el control del poder Ejecutivo y del Legislativo lo tiene un solo hombre, cualquier cosa puede suceder, pero cualquiera. Y no me estoy inventando nada. Los hechos están a la vista. El desmantelamiento del estado, como hoy está organizado, es cuestión de tiempo. La obsesión por destruir todo aquello que no cuadre con el mundo bizarro que lleva aferrado en su cerebro, tiene que desaparecer. No hay razones ni argumentos que rompan el esquema previsto en su mente.
Es evidente que el presidente, detesta los contrapesos, todo cuanto le represente equilibrio al poder omnímodo del que se siente investido le produce repulsa. Hemos visto como se ha ido contra los órganos autónomos del Estado, léase INAI, INE, IFETEL, etc., y como no ha podido destruirlos de un plumazo, los castiga presupuestalmente, con el apoyo incondicional de su mayoría en el Congreso, o impone a sus cofrades en sus órganos directivos, y con eso manipula a discreción.
La división de poderes es esencial para el funcionamiento acorde a la ley, del Estado. Montesquieu lo expresó con toda claridad. Repartir el poder es necesario para evitar el que se ejerza de manera despótica al recaer en una sola persona. La separación, decía el maestro francés, obedece en primer lugar, a especializar a diversos órganos del estado en el cumplimiento específico de funciones, segundo, lo que ya mencionamos, evita la acumulación de poder que puede dar lugar a la comisión de arbitrariedades, y tercero, genera un control mutuo de sus actuaciones, sujeto siempre a las disposiciones constitucionales. Transcribo textualmente su dicho: “Todo hombre que tiene poder se inclina a abusar del mismo; va hasta qué encuentra límites. Para que no se pueda abusar de este, hace falta que por disposición de las cosas, el poder detenga el poder”. Y añadió: “De nuevo no hay libertad, si la potestad de juzgar no está separada de la potestad legislativa y de la ejecutiva. Si estuviese unida a la potestad legislativa, el poder sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, debido a que el juez sería legislador. Si se uniese a la potestad ejecutiva, el juez podrá tener la fuerza del opresor.
Todo estaría perdido si el mismo hombre, el mismo cuerpo de personas principales de los nobles o del pueblo ejerciera los tres poderes: el de hacer las leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas y el de juzgar los delitos o las diferencias entre particulares.” James Madison, el cuarto presidente de los Estados Unidos, también lo manifestó con la misma tesitura: “La acumulación de todos los poderes, el legislativo, el ejecutivo y el judicial en las mismas manos, a veces en una, o en pocas, o muchas, a veces de manera hereditaria, por auto-nombramiento, o por elección es la definición más exacta que se pueda dar de tiranía”.
Enfatizo, dividir al poder no es un capricho, no se lo sacaron de la manga ni Locke, ni Montesquieu, y más atrás Aristóteles, 322 años antes de Cristo. En la Constitución Federal de 1824, en nuestro país, se plasmó la División de Poderes. El principio de la separación de poderes del Estado tiene un papel sustantivo en la ordenación del poder político. Hoy día el titular del Poder Ejecutivo de nuestro país le tiene aversión jurada. ¿Hacia dónde nos lleva? Ya domina el Poder Ejecutivo rodeado de sus incondicionales, al Poder Legislativo también, vía la mayoría, que a lo que se ve será absoluta.
Nomás le falta el Poder Judicial, donde ya logró, porque la Constitución lo permite, colar a una señora que sabe de la función jurisdiccional lo que yo sé de física cuántica, a más de tener a dos ministras sujetas a sus designios por razones que no voy a repetir. Y ahora viene el remate, ya se le puso que TODOS los jueces sean electos por el pueblo sabio. ¿Para qué? para que sus decisiones traducidas a actos y leyes no puedan ser impugnadas, aun cuando vulneren derechos y libertades individuales.
Me explico, si se adueña del Poder Judicial, como es su intención, ya no habrá a quien acudir para defender ni nuestra libertad ni nuestro patrimonio. Si usted está pensando que él ya se va, ni lo sueñe. Él va a seguir disponiendo, por interpósita persona. Salvo que la señora que quedó en su lugar se le rebele, y como Lázaro Cárdenas hizo con Plutarco Elías Calles, lo mande al exilio. Vuelvo al punto, va a sacar la reforma, cuente con ello. ¿Quiénes van a llegar? Los que la 4T quiera.
Ya sabe usted que los votos se pueden comprar, vía programas asistencialistas, sin reglas y sin seguimiento. Además, la mayoría de la clase media también se adhiere, aunque sea la que va a pagar con creces semejante ruindad. Y la clase alta, cuida sus intereses, de modo que es lo mismo estar con Dios que con el diablo. Esta elección del 2 de junio lo dejó bien claro. Elegir jueces…es lo que nos faltaba. ¿Qué diablos sabe el grueso de los mexicanos de la preparación especializada y la experiencia calificada que se requiere, para impartir justicia? Nomás vea, haciendo una analogía, lo que llega a las cámaras.
Ahora sigue desgraciar al poder judicial. Señores y señoras, no tiene ciencia, para que una democracia funcione correctamente, la ciudadanía, o sea NOSOTROS, debemos tener la certeza de que las decisiones en el ámbito ejecutivo, legislativo y judicial, sean tomadas con absoluta imparcialidad, en un marco de pleno respeto y autonomía. Esto es lo que conlleva la división de poderes en el Estado.
López Obrador, vas a pasar a la Historia, como lo que siempre has sido, un farsante. México te importa un rábano, tu ego enfermo de soberbia es lo primero.