Los felices y los infelices de Amlo
Salvador I. Reding Vidaña
Dijo López Obrador, hace ya unos días, que el pueblo está feliz, feliz, feliz, feliz (cuatro felices). Sin embargo, no tiene sus “otros datos” para respaldar semejante afirmación. Como siempre. Pero si reflexionamos un poco ¿qué tan feliz está este pueblo bueno y sabio? La verdad, hay de todo, aunque los cuatro “felices” están por verse y hay diferencia entre estar felices (que es mucho decir) y estar contentos o satisfechos. ¿Infelices? Hay muchos. Veamos.
Los felices.
¿Quiénes tienen algo de felicidad por las políticas de Amlo? Varios tipos de personas, los que de pronto se están viendo beneficiados con dineros regalados bajo diversos rubros, están contentos por ello. Los adultos mayores pasaron de recibir $1,150 pesos bimestrales, a $2,550 también bimestrales.
Los millones de familias que ahora reciben becas para sus hijos, por diversos montos, también tienen esa razón para estar contentos. Los “ninis” que reciben también sus becas por $3,500 mensuales y sus familias, disfrutan de esos dineros regalados. Las empresas que tienen mano de obra de los ninis empleados por ellos temporalmente, pueden por ello estar satisfechos, son gratis.
Otros felices (quizás) pero al menos digamos contentos, son los amlofans que siguen embaucados por sus palabras, sin detenerse a ver la realidad de un gobierno que en muchas materias clave hace lo contrario de lo ofrecido o debido. Siguen adorando al mesías que ofrece mucho, pero que poco cumple, como lo obsequiado con el erario para ganar popularidad y votos en el 2021 y en 2024.
Siguen pensando que la supuesta cuarta transformación está acabando con la corrupción, sin que hay ninguna prueba de ello, pues la transparencia billa por su ausencia. Siguen creyendo en la “austeridad republicana”, cuando se ha recortado el ejercicio del presupuesto aprobado en 2018 en renglones críticos con enormes daños, como en el de salud. Siguen comprando las acusaciones contra los neoliberales del pasado, los fifís y los conservadores, porque suena bonito tener una ristra de malosos, traidores, enemigos de México.
Estos contentos (o felices, si se quiere), son personas que se niegan a ver la realidad, los daños a México, el malestar y la desilusión de muchos otro, que o se ven directamente afectados por la nueva política o simplemente entienden lo que pasa. Estos contentos o felices, son incapaces de valorar asuntos tan graves como el cero (sí, cero) crecimiento económico, o la enorme desconfianza de inversionistas nacionales o extranjeros.
Pero lo peor de todo, son los felices que simplemente se niegan en su cabecita a considerar la enorme cantidad de mentiras dichas por el presidente Amlo, que son desmentidas por “la realidad”, señaladas por terceros y hasta por voceros de su propio gobierno, que dan información que lo contradice, con datos oficiales.
Los infelices.
¿Y los infelices? Son muchos y cada día se suman más. Entre ellos están los más de setenta mil personas y sus familias que han perdido sus empleos, que inclusive fueron despedidos del gobierno federal sin cumplir las obligaciones legales a su favor, es decir, sin compensar el despido conforme a la ley. Y peor aún es que las pérdidas de empleo van a seguir, y muchas familias temen quedar en el caso.
Están infelices las familias que vieron clausuradas las estancias infantiles, los refugios para mujeres violentadas, las que se quedaron sin comedores, las que sufren la falta de medicinas o tratamientos (como contra el cáncer). Cada familia y sus conocidos y aun simplemente personas conscientes de estos daños, están muy infelices, están profundamente agraviados y muy, pero muy enojadas.
Están infelices quienes ven cómo Amlo y sus secuaces en el gobierno y en las legislaturas destruyen instituciones eficientes del país, aun con sus defectos y probables casos de corrupción. Corrupción que, por cierto, sigue existiendo. Enojo ante los legisladores morenistas y socios por los cambios de leyes al capricho presidencial, en abyecta sumisión. Enojados por los caprichos de Santa Lucía, el Tren Maya y Dos Bocas, abiertamente contrarios al interés nacional.
Están infelices todos aquellos que han sido víctimas de la delincuencia creciente, o que la observan y les alarma. Están infelices las víctimas del secuestro, y del creciente cobro de piso, del robo a transeúnte, están infelices quienes sufren el robo escandaloso de vehículos de transporte carretero y hasta ferrocarrilero.
Están infelices quienes trabajan en medios de comunicación y se ven amenazados y atacados por difundir la verdad de los errores, fallas y mentiras del presidente y sus secuaces. Están infelices las familias, colegas y ciudadanos responsables por los asesinatos de periodistas. Hay enorme infelicidad por la censura oficial.
Son infelices, miles de militares, marinos, policías y sus familias, así como quienes aprecian su trabajo (con las fallas habidas) por el maltrato y las humillaciones producto de las políticas que les afectan del gobierno de Amlo.
Están infelices y hasta molestos consigo mismo, aquellos ciudadanos que votaron por Amlo y Morena y ahora se dan cuenta que fueron vergonzosamente engañados, que como dice también el pueblo, les dieron (y se tragaron) atole con el dedo. Están también enojados con ellos mismos quienes votaron por aquellos por descontento (justificado o no, en parte o en todo) de los gobiernos de Peña Nieto, los dos del PAN y hasta de los anteriores al 2000 del PRI.
En fin, hay muchos millones de infelices y razones para estarlo, sobran los ejemplos, y habrá más cada día, según se van viendo más abusos oficiales, más daños al país, y más mentiras desmentidas. La presunta felicidad va en caída y la infelicidad, el enojo y la alarmante preocupación van al alza, pobre México.