Los no y lo sí del 1 de junio y lo que debe seguir. Por Salvador I. Reding Vidaña

La jornada electoral para el Poder Judicial del 1 de junio ha enfrentado dos propuestas de acción o inacción ciudadana. Por una parte, abrumadora, están quienes invitan a no votar, aplicando dos posiciones. Una es la declaración de que todo está arreglado por Morena y que la elección es una farsa ya decidida. La otra es la de ofender a quienes piensan ir a votar, por la razón que sea, publicando insultos que afectan tanto a quienes deciden votar por afinidad a Morena o convencidos de que sí es un “ejercicio ciudadano” como a los que honestamente piensan que hay que hacer el intento de no dejar sola a Morena. Una parte importante de los argumentos de quienes invitan a no votar es que todos, dicen, todos los candidatos fueron decididos por Morena y que nadie, pero ninguno, se salva.
Y sí, por la otra parte están quienes piensan que hay algunas posibilidades de llevar a ganar a algunos candidatos con buenos perfiles. Que por más arreglada que esté la votación, hay probabilidades de que se respeten éxitos de buenos abogados, bien identificados por sus buenos perfiles y que hay que hacer lo mínimo posible para que ganen, que los votos que obtengan en una elección que será desangelada y con escasa participación es una oportunidad de tener algunos buenos jueces, magistrados y sobre todo ministros de la SCJN. No aceptan la afirmación, gratuita en realidad si se observa bien a quienes pretenden ganar, de que “todos” son malos candidatos afines a Morena. Las campañas y trayectorias de algunos candidatos muestran que serían buenos juzgadores.
En ambas posiciones hay personas de buena voluntad y con sus propios argumentos, fundados o temperamentales (como los que insultan a quienes quieren votar de buena fe).
Ni hablar, pero en ambos casos, en especial a quienes invitan a no votar, hay que preguntarles: si la invitación es el “no”, qué piensan y dicen que se puede hacer, amén de no votar. Es decir que no basta invitar a la abstención, hay que ofrecer algo a cambio. Algo más que ir a las marchas convocadas para ese mismo día en muchas ciudades del país, es especial en la capital.
Marchar en protesta es una manifestación de desacuerdo con la elección, que tiene muchas razones para pensar que no tiene sentido y que sería apoyar a una ilegalidad de Morena. Pero las marchas y concentraciones no han logrado en México cambiar acciones de gobierno, han sido una clara evidencia de que hay rechazo de la ciudadanía, pero sin mayor impacto en la política de gobierno.
Entonces, además de protestar en marchas y concentraciones ciudadanas, ¿qué más deben y pueden hacer los ciudadanos y sus organizaciones, políticas o civiles? Este es el tema. Marchando ya habrán manifestado su desaprobación de lo que se ve como un engaño para poner al Poder Judicial al servicio del partido en el gobierno federal y controlador del Congreso de la Unión y de otros locales.
Sin duda habrá denuncias ante organismos internacionales en los que México tiene participación, pero hasta ahora no se ven resultados en denuncias anteriores que hagan cambiar la política de los gobernantes mexicanos. ¿Podría la todavía SCJN (hasta el 31 de agosto) lograr invalidar desde los cambios a la Constitución como la propia elección por fallas legales? ¿Qué sigue, qué debe seguir por los ciudadanos, sus partidos políticos y organizaciones civiles? Los ciudadanos activos no votaron o sí votaron, marcharon, se concentraron ¿y luego? Este es el tema crucial para los ciudadanos en lo personal en el futuro próximo.
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