Mujeres… la lucha por la igualdad que no ha concluido
Esther Quintana.-
“Nosotros con el machismo, ustedes al feminismo y al final la historia termina en par. Pues de pareja vinimos y en pareja hay que terminar”.
Arjona.
Me gusta la canción de Arjona y me tomé estos versos porque al final del día el mundo no se concibe, ni se entiende, ni se explica, ni sería mundo si no estuviéramos nosotros aquí, mujeres y hombres, hombres y mujeres, en un nosotros determinado por el orden divino de las cosas, que existe desde antes que nuestra comprensión lo dimensionara. El machismo es el renglón torcido de la hombría y el feminismo la respuesta a semejante distorsión.
El esquema de los qué y los cómos para iniciar nuestra vida en comunidad, desde los tiempos en que aparecimos sobre la faz de la tierra, lo determinaron los varones, lo cuadraron según sus cánones y así iniciamos el recorrido ancestral hasta el hoy. Pero muchas cosas han tenido que ir cambiando porque da la casualidad que el águila para remontar el vuelo necesita que le funcionen al parejo sus dos alas, o no hay ascenso. El águila es el mundo, en esta abstracción que hago, y sus alas somos las mujeres y los hombres que lo poblamos. Nuestra especie es producto de una unión, así de simple y de llano. Y es fecha que se sigue necesitando la fusión de un óvulo y un espermatozoide para la reproducción, o lo expreso más bonito, para que se dé el milagro de la vida.
El próximo miércoles es 8 de marzo y se estará conmemorando el Día Internacional de la Mujer. ¿Por qué el 8 de marzo? Porque un día como ese en 1857, las mujeres trabajadoras de la fábrica “Textilera Cotton” tuvieron los arrestos de manifestar su inconformidad por las deleznables condiciones de trabajo y exigir la reducción de la jornada laboral. Y la respuesta fue una arremetida brutal de la policía de Nueva York, que se tradujo en 120 mujeres muertas, unas por disparo de arma de fuego y otras quemadas en un incendio provocado en las instalaciones de la propia factoría. Pero esta lucha venía desde 1789, en plena Revolución Francesa. Olympe de Gouges, escritora, filósofa y defensora de los derechos de la mujer, redactó, en respuesta a la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana. Nomás se reconocían los de los varones, los de las mujeres no.
Del siglo 20 a la fecha, los colectivos femeninos cosecharon el acceso a las universidades, la potestad de sus hijos y el derecho al voto. ¿Fácil? Para nada, siempre nadando contra corriente. A México llegó el movimiento en los años 60, siendo clave 1968. En 1975 se celebró el primer año Internacional de la Mujer y fue sede nuestro país. Óscar Chávez hasta le dedicó una canción al evento: “Año del 75, muy presente tengo yo, con un Congreso en mi tierra la mujer se liberó…”. El colectivo feminista Movimiento Nacional de Mujeres, fundado en 1972 y otros cuatro grupos, se dedicaron a revisar leyes y a proponer cambios. El logro más relevante sin duda, en ese Año Internacional de la Mujer, fue que quedó aprobado el Artículo 4 Constitucional en el que se estableció que: “El varón y la mujer son iguales ante la Ley”. Y aunque ciertamente aún hay mucho que hacer para que el concepto se cumpla a cabalidad, ahí vamos. Hasta antes de esta reforma éramos algo así como un “mero apéndice del hombre”.
Sin duda que el movimiento feminista en México ha tenido un papel relevante en este tránsito hacia la paridad de género. Su aportación en las Iniciativas de ley logró cambios impensables en la legislación mexicana en beneficio de las mujeres. Además de iniciar el largo camino de darle sentido al significado de nuestra impronta. Ir saliendo de la invisibilidad y del no existes aunque existas, es toda una tarea que infortunadamente no ha concluido. Hay que reeducar no nada más a las mujeres sino también a los varones, tiene que permear en la conciencia de ambos que somos dos y que ambos merecemos respeto y trato igualitario, así como condiciones de equidad para que aflore todo lo que nos hace únicos e irrepetibles en nuestra contribución al mundo del que somos parte sustantiva.
Aún persiste la mentalidad machista en todos los niveles socioeconómicos. Papás y mamás, no se desentiendan, su ejemplo es esencial para dar entrada a nuevos paradigmas. La educación en las aulas hace lo suyo, cambia mentalidades y modifica criterios, pero la armonía entre esto y lo que se aprende en casa son la ecuación completa. Hoy día ha aumentado de manera importante el número de mujeres con preparación académica y nuestro ingreso al mundo laboral va dejando claro que somos tan capaces o más que un varón, para que de una vez por todas quede claro que la inteligencia y el talento es asunto de personas, no de género. Si arropamos a las nuevas generaciones con esta verdad, el futuro pinta, como dice la canción, color de esperanza.
El machismo es repudiable, pero como bien lo apunta la escritora española Ángeles Cabré: “El feminismo no es un escudo en el que parar todos los golpes que nos da la vida, exige responsabilidad y un buen uso”. Ningún extremo ha sido bueno jamás.