NADA ES PARA SIEMPRE… Y MENOS EL PODER Por Esther Quintana
En 1977 se publicó el libro de Luis Spota titulado “El primer día”. Spota era un profundo conocedor de los entresijos de la política y lo refleja en cada uno de los textos escritos sobre el tema. Con “El primer día” culminó la tetralogía conformada por “Retrato Hablado”, “Palabras Mayores” y “Sobre la Marcha”. Consignan las estadísticas de la época que “El primer día” fue leído por más de un millón y medio de personas. Yo adquirí la novela, la leí con avidez, porque el tema desde siempre me ha encantado y el estilo de Spota, no se diga.
Hace unos días volví a ella, y sigue estando fresca y ad hoc para estos tiempos, no obstante, los años transcurridos. Debieran leerla quienes tienen gusto por el ejercicio del poder público. Es un retrato fiel de un sistema político que permanece vivo a pesar de las muchas excrecencias deleznables que supura. El personaje central es Aurelio Gómez Anda, el típico político amasado con los “ingredientes” en los que abundan las complicidades inconfesables, las traiciones y hasta los crímenes, para encumbrarse a la primera magistratura. Pero se le olvida que así como se llega al zenit, lo que sigue es el nadir.
A partir del momento en que entrega la banda presidencial al sucesor en el seno del Congreso, en el que escucha los vítores y los aplausos que ya no son para él, si no para el entrante… y cuando escucha el discurso del nuevo, siente que el mundo se le viene encima: “Hemos sido mucho tiempo país gobernado por ladrones… País-botín de los políticos… País vergüenza… Es mi propósito cambiar las cosas, hacer digno nuestro nombre…”. (Página 581).
El dolor se va volviendo insufrible para alguien que hacía apenas unas horas recibía la reverencial denominación de “Señor Presidente”… y ya no volver a la casa presidencial, si no a su casa, y en el trayecto toparse con papeles pegados a los postes del alumbrado, en los que se apuntaba: “Asesino-Ladrón AGA” y hasta recibir un volante de una activista en propia mano, que ni siquiera lo reconoce, con la misma consigna… y preguntarle a uno de sus ayudantes si hay gente esperándolo y recibir la respuesta para la que no se preparó: “Ninguna…señor…”.
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Y la red gris telefónica cortada, la red desde la que ordenaba, mandaba….Y el remate, la policía con una orden para iniciarle investigación por crímenes cometidos. Cobrar conciencia de que ya no era nadie, de que el otrora mandamás se había convertido en el ser más vulnerable del canibalismo polítco, del que él también hizo uso a discreción. Y el día va cayendo… y él está sólo, como nunca imaginó que podía estarlo y el poder… bueno, el poder ya se había ido… para no volver jamás.
¿Cómo se irá a sentir el antiguo tomador de pozos petroleros cuando le toque irse? ¿Qué va a experimentar cuando se le acabe la “adoración” de los mexicanos a los que reparte dinero como si proviniera de su propia bolsa? Cree y así lo viene haciendo, que basta con alebrestar la frustración y el encono, para ser vitoreado como el único, como el insustituible…
No le gusta la Historia, pero debiera aunque sea de reojo, ver el final de Plutarco Elías Calles cuando hartó a Lázaro Cárdenas. Claro que eso es pedirle demasiado a un ego de las proporciones del suyo. Va a sufrir las de Caín este 2024, no superará la prueba de vencerse a sí mismo. Y se va a retorcer de dolor cuando la realidad le escupa que el poder no es para siempre. ¿Se lo imagina abandonando Palacio Nacional, y cuanto se ha inventado para sentirse el ombligo del mundo? sí, del mundo, no de México. Bueno, se irá, ha pregonado, que a su rancho… ¿cómo se llama su heredad? ¿Y si lo llaman a cuentas?…
Entonces sí que va a saber lo que es amar a Dios en tierra de indios. El poder se ejerce a través de seres humanos, y si estos abusan del mismo, se cargan a la democracia por delante. Cuando para obtenerlo se pierden la racionalidad y la humildad, los resultados son desastrosos. Ejemplos existen al por mayor en todas las épocas y en todas las latitudes.
El poder político crea dinero y este a su vez poder. Esto engendra un círculo vicioso, una cadena que inexorablemente se emparienta con la mentira, la omnipotencia y hasta con la creencia de que se es una especie de todo poderoso. La irracionalidad doblega conductas y actitudes y esto deriva en la autodestrucción.
Ninguno de los que sucumben a este despropósito acaba bien. Nada más imagine el tamaño de la carga emocional. ¿Y sabe que les cala mucho? Que sus propios lamepatas son los primeros en darles la espalda. Y es que el cariño comprado…
Cuando esto escribo, estoy leyendo que la candidata del presidente de México lo compara con Nelson Mandela y con Martin Luther King. La autoridad de Mandela derivaba de su honestidad, de su liderazgo comprometido con la clara visión del mundo que lo rodeaba, de su vida ejemplar, de su responsabilidad genuina por sacar adelante a sus compatriotas de un régimen contrario al respeto a la vida y a la dignidad de las personas. Y lo mismo aplica al excepcional ser humano que fue Luther King, un luchador incansable por el reconocimiento de los derechos humanos.
Una sociedad amagada por el desinterés en la cosa pública y el olvido de valores y principios éticos, es presa fácil para hombres y mujeres sin escrúpulos empeñados en llegar al poder al precio que sea. Cuidado con ellos. México ya pagó con sangre su libertad y su derecho a decidir lo que le conviene como nación.