NI SIQUIERA INTENTAR VOTAR
Por Alejandro Díaz.- Por primera vez antes de una elección describiré porque no hacerlo en esta ocasión. Durante décadas he escrito sobre la importancia del deber cívico de votar, así como de manifestar nuestra opinión sobre los asuntos públicos. Pero esta elección está amañada: hace una pregunta absurda sobre si la ley se debe cumplir al tiempo que distrae de problemas que nos aquejan (en especial de salud, seguridad y economía) que un buen gobierno debiera atender, y en lo posible resolver.
De por sí el inquilino de Palacio nos tiene acostumbrados a hacer ruido con toda clase de distracciones, de la cancelación de la que hubiera sido la mayor obra de su sexenio a poco menos que promocionar la cultura del narco. Con tal de llamar la atención celebra su “conferencia permanente de cada mañana”, mezcla de informe de temas gubernamentales con historietas con los que embelesa a sus fieles.
Pero en esta consulta dilapida recursos que el gobierno escatima a muchos. Tanto en medicinas, en especial a niños con cáncer, como en apoyo a madres trabajadoras cerrando guarderías, o dejando a su suerte a pequeños empresarios (y a sus trabajadores). Se calcula que el costo de la consulta sobrepasará los $500 millones, suficiente para miles de dosis de medicamentos contra el cáncer. Pero los niños no le interesan al actual gobierno porque éstos aún no votan.
Pero la participación estimada en la “consulta” trae malas noticias a quien no le gusta perder. Ya vimos su reacción cuando su partido perdió más de la mitad de las alcaldías de la CDMX, y en esta ocasión va a ver pulverizado su amor propio. No hay un interés genuino en la ciudadanía en participar, ni a favor ni en contra. No más del 30% de la población cree necesaria la votación pues saben que cumplir la ley no requiere consulta. Si hubiera elementos, la Fiscalía General de la República ya habría actuado aunque sólo lo hubiese hecho contra funcionarios de Peña Nieto porque los delitos de los demás ya prescribieron.
La encuesta de El Financiero muestra que el 59% no piensa participar, y del 41% restante falta que a la mera hora se decida a hacerlo. Hay poca promoción del evento y los electores acaban de pasar por la elección intermedia, lo que los ha dejado prácticamente desinteresados de participar en una nueva elección. La muy poca propaganda a favor del Sí y la ninguna por el No, contribuirán a una escasa votación.
¿Por qué debieran los ciudadanos acudir nuevamente a las urnas dos meses después de las elecciones más grandes que ha tenido México? No hay ninguna razón de peso. Como se ha dicho, una gran proporción de los electores consideran que aplicar la ley no se consulta sino se lleva a cabo.
Ciertamente los seguidores de “las mañaneras” están convencidos en la conveniencia de participar por que así lo ha dicho el inquilino de Palacio. Falta ver si ese convencimiento los mueve a votar. Si usualmente no hay suficiente participación en elecciones intermedias, en las que son fuera de la común -como la del 1 de agosto- serán poco atendidas.
Si se está por dejar que la Fiscalía cumpla con su deber lo que mejor puede hacerse es no participar en la consulta. Si no tiene al menos un 40% de participación, la consulta no es vinculante. Dejemos que los fanáticos del inquilino intenten sobrepasar ese porcentaje, eso sí, vigilando que no haya brigadas que sustituyan a los ciudadanos.
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