No es asunto de género…
Esther Quintana.- El pasado domingo 26 de septiembre los alemanes tuvieron elecciones. Angela Merkel, por decisión personal y sin duda por su lúcido intelecto, no apareció en las boletas. Con ella se cierra una etapa de las más brillantes del quehacer público de aquel país. Admiro profundamente a la estadista y también a la mujer excepcional que es. La van a extrañar sus compatriotas y también los miembros de la Unión Europea. Los 16 años que gobernó le dieron a Alemania un sitial de privilegio en la toma de decisiones trascendentales no sólo en lo doméstico sino en Europa y en otras latitudes del orbe. Su estilo sobrio, sin alharacas, supo vincular las diferentes posturas ideológicas. Tarea nada fácil. No cualquiera se retira con el 70 por ciento de aprobación de sus gobernados. Su perfil se distingue por saber tomar decisiones analizadas, sin arrebatos, siempre asesoradas, con talento para escuchar y consensar, y ecuanimidad para responder a las crisis. La canciller es particularmente pragmática, pero ese pragmatismo estriba en que es capaz de modificar su pensamiento si el contexto lo amerita. Es una mujer con apertura democrática que respeta a la Cámara, que permite a los legisladores que voten según su convicción. Entiende perfectamente la división de poderes. Asimismo, es indiscutible su notable capacidad de persuasión, durante tres de sus cuatro períodos no tuvo mayoría en el Parlamento y no obstante logró sacar adelante muchas de sus propuestas. Sabe trabajar con los disensos y bordar acuerdos con maestría, verbi gratia; no era partidaria de la política energética basada en energías renovables como la solar y la eólica, sin embargo escuchó y hoy día el 46 por ciento de la energía utilizada en Alemania, proviene de esas fuentes. Y este largo preámbulo deviene de mi anhelo de saber si algún día en México tendremos una mujer como Presidenta de la República, y sobre todo, con las prendas de Frau Merkel.
Tengo ya muchos años dedicada a esta apasionante disciplina que es la política, y gracias a eso he tenido la oportunidad de transitar por sus caminos. No ha sido fácil para nosotras llegar a ocupar cargos públicos, ni tampoco los de carácter partidista. En el partido que yo milito no hemos tenido nunca una presidenta nacional electa directamente por la membresía. Y tampoco los mexicanos nos hemos dado la experiencia de tener una mujer a cargo de la Presidencia de la República. A lo más que hemos llegado es a elegir alcaldesas y gobernadoras, de estas últimas sobran dedos de la mano para contarlas. Sería tonto de mi parte negar que hemos avanzado, pero sigue pendiente la asignatura. Pesa todavía el sistema con alto contenido patriarcal. Es todo un reto hacer política con la responsabilidad ética de estar presentes en ese esquema con nuestra propia e infatigable convicción.
Las mujeres todavía tenemos mucho que aprender en estos menesteres, para empezar, debemos de entender que ser solidarias entre nosotras es asunto sustantivo para avanzar en este medio. Pero se necesita una solidaridad pasada por el tamiz de la racionalidad, esa en la que se privilegia la inteligencia, esa que nos permite reconocer y aceptar que la de al lado tiene lo que se requiere para aspirar a ese cargo público específico. También es requisito sine qua non prepararte para ese espacio al que quieres llegar, si no lo haces eres irresponsable y corrupta. México ha pagado y sigue pagando un alto precio por permitirle a incompetentes y sinvergüenzas que lo administren y lo gobiernen, que hagan sus leyes y que impartan justicia. Las mujeres tenemos mucho que aportar con nuestro liderazgo al México del siglo XXI, pero no por la circunstancia de ser mujeres sino porque tenemos capacidad, talento, inteligencia y sensibilidad. Y esto no es asunto de género, sino de personas.
Acabo de leer una encuesta telefónica en la que le preguntan a la gente quién cree que debería de ser el próximo gobernador de Coahuila, por el PAN, por el PRI y por Morena… y… carajo, por el PAN no hay una sola mujer, por el PRI solo dos y hasta abajo y por Morena una, también hasta abajo. Fueron mil los encuestados, no especifica el porcentaje de mujeres y hombres participantes. Así las cosas. Es una instantánea la encuesta, pero ahí está retratando una realidad, una realidad que no va a cambiar si no lo provocamos las mujeres con acciones y estrategias concretas. Es todo un desafío, se necesitan muchas sumas, no solo de mujeres, también de hombres.