NO ESPECULAR CON EL AGUA. Por Alejandro Díaz
El agua es un elemento vital que debe ser administrado para que no sea dañino o mortal. Se requiere tomar opinión de expertos a pesar de que por siglos el hombre ha vivido ligado al agua potable. Pueblos y poblaciones florecieron por tener un abastecimiento confiable, ya fuera de pozos, manantiales, ríos, lagos o embalses. En el caso de nuestro país hay muchos municipios que permanente sufren por falta de agua, sobre todo en el Norte, aunque también hay muchos más que sufren su falta en el estiaje.
Asentarse a la orilla del mar no fue garantía de un abastecimiento confiable hasta hace muy poco. Por eso, islas en ciertas zonas padecían sed hasta que fueron provistas de plantas desaladoras. El caso de Chipre es emblemático: situado en el Mediterráneo oriental tiene un abastecimiento de agua precario. La puesta en marcha de desaladoras resolvió ese grave problema que llegó a ser estratégico.
La misma solución es útil en México para ciudades a la orilla del mar o muy cercanas a él. Pero, ¿Que hacer con miles de poblaciones lejos del mar? Hay soluciones que vienen desde tiempos inmemoriales pero que tenemos en el olvido. Las casas romanas y griegas tenían (tienen) pórticos alrededor de un patio central para protección de los residentes y sus habitaciones de la lluvia; pero del patio se conduce ésta a aljibes para almacenarla. Ahora sólo vemos caer la lluvia e irse al drenaje… cuando no convertirse en un problema mayor por una pésima localización o falta de canalización adecuada (o por la basura que es la principal excusa de las autoridades).
Muchas ciudades, fraccionamientos y condominios privados han resuelto contribuir a que la lluvia sea oportunidad y no problema. Pavimentaron de tal forma que permite que las precipitaciones puedan llegar al subsuelo (cuando las condiciones del terreno permiten absorberla) o canalizarla a grandes aljibes para su posterior uso.
Todos podemos contribuir (y más las autoridades) en el ámbito que nos corresponda privilegiando soluciones que capten, conduzcan y almacenen el agua de lluvia o que permitan su absorción por el subsuelo. Lo peor que se puede hacer es desperdiciar este elemento en vez de rellenar los mantos freáticos (cuando ha sido la extracción por pozos la causante del hundimiento de la Ciudad de México). O preocuparse por evitar inundaciones (como año con año suceden en Guadalajara y otras ciudades) en vez de canalizarla. O de depender de obras carísimas para traer agua desde muy lejos (como en Monterrey, donde además se inauguran obras sin terminar).
Lo peor que puede hacer una autoridad, además de inaugurar obras inconclusas (para cubrir su ego), es mal administrar recursos escasos, en especial el agua, como lo hacen las de la Ciudad de México con el sistema Cutzamala. A pesar de la gran inversión en infraestructura decidieron usar agua que no será repuesta en el corto plazo. Permitieron consumir más agua de la que llovió, es más, de la que lloverá en varios años. Por ello, sus embalses están a menos del 40% de capacidad en momentos que termina la época de lluvia y todo apunta que el agua faltará en los próximos años. Aunque esto ya no les importa pues no será su problema, sino del siguiente gobierno.
El proceder de dichas autoridades es por lo menos imprudente, similar al de funcionarios que se endeudan y gastan recursos millonarios que pertenecen a presupuestos futuros. En vez de apretar un poco el cinturón de todos para adaptarse a una menor disponibilidad, por cuidar su imagen hoy prefieren heredar austeridad a fuerzas.
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