Nuestra desaprovechada capacidad productiva. Por Julio Faesler
La capacidad de producción real de México es mucho mayor que la que conocemos. Ha sido desaprovechada y es ya inaplazable el momento de realizarla. Lo contrario es ahondar la crítica perspectiva con que va terminando la 4 T. La falta de desarrollo del comercio exterior de México es una explicación de que la calidad de vida de mexicano sea inferior a los promedios internacionales.
El conflictivo escenario socioeconómico del último tramo del sexenio contiene, entre otros componentes, el que nuestras exportaciones siendo exitosas desperdician una parte imperdonable de su verdadero potencial. Al lado de las grandes empresas industriales o agrícolas que realizan el grueso de nuestras ventas al exterior unos 6 mil negocios que son parte de las cinco millones de Pymes que hay en México están registrados como exportadores regulares; hay otros que también exportan pero solo eventualmente.
Las Pymes, pequeñas y medianas entidades productoras agrícolas e industriales, ocupan en su informalidad el grueso de la fuerza laboral nacional. Si se habilitara con apoyos adecuados siquiera el 25% de ese potencial económico sumergido podríamos producir artículos terminados y componentes para surtir las demandas internas y foráneas que todavía esperan.
Nuestras exportaciones fueron alrededor de 578 mil millones de dólares en 2022. Si adicionáramos en siquiera a una modesta proporción la extensa y variada actividad de las pymes pronto rebasaríamos a con creces nuestras propias marcas y fortaleceríamos nuestra influencia y autoridad en nuestra estrategia norteamericana a la vez que podríamos contribuir a avanzar nuestra cooperación a la familia latinoamericana.
Hay consideraciones aún más vigorosas que hacer en relación con las pymes. La raíz de nuestra debilidad socioeconómica está en el bajo nivel de producción medido en unidades físicas de la sociedad mexicana. No se trata simplemente mejorar “productividad”, criterio que alude al grado de eficiencia en los procesos que transforman insumos en artículos terminados. Sobran métodos y manuales para mejorar la famosa “productividad” de los procesos industriales pero, más que en subir “productividad”, lo que en concreto nos falta es producir.
No producimos lo suficiente para cubrir nuestra demanda La cantidad de artículos de importación que se venden diariamente en los supermercados de México lo denuncia. Esto explica la problemática económica fundamental que la estrategia populista no supo atender.
A lo largo de la administración que está por terminar esta columna ha insistido en que la política económica es desbalanceada desde su diseño mismo al solo promover consumo sin estimular la producción correspondiente y, más que nada, para ocupar nuestra mano de obra..
El desarrollo de una sociedad es fruto de un inteligente equilibrio entre el consumo y la producción. Los programas sociales decretados por AMLO nunca reconocieron que es de igual o incluso mayor importancia asegurar condiciones para un activo ritmo de creación de empleo y consecuente producción real de bienes y servicios que se destinen al mercado nacional o foráneo . Los programas de la 4 T se dedicaron exclusivamente a dotar poder de consumo a la colectividad pero sin fortalecer el sector productivo donde se crea el empleo popular que genera el ingreso popular que significa consumo popular.
Así como a todo derecho corresponde una obligación, en economía todo consumo requiere el respaldo de la producción correspondiente. La estrategia lanzada por AMLO aludió constantemente a los pobres. Pretender promover bienestar repartiendo capacidad subsidiada de compra sin apoyar a las pymes que con los instrumentos financieros y administrativos oficiales pudieron haber creado el empleos formales que urgían fue el gran error en este sexenio.
El pretexto que mal-explicó este desbalance fue la cruda obsesión de López Obrador por satisfacer demandas populares sin fijarse en que esto es solo la mitad del proceso económico de un país que tiene que ser integral.
El resultado está a la vista. Prevalecen artículos de importación en todos los ramos que deben estar produciendo nuestras desatendidas Pymes. Así se cubren las necesidades más sencillas del consumidor mexicano con artículos importados que en una economía bien articulada la mano de obra produciría. No se trata de eliminar la importación razonada que siempre se requerirá para como complemento a la nacional.
Estos problemas no son nuevos. Desde hace años los conocimos y atacamos con programas que atendía tanto a un brazo de la ecuación económica como al otro. El desequilibrado régimen de la atención a la pobreza no rescata sino la remacha.
Hacer realidad la profunda capacidad productiva de México es la única vía para construir solvencia y niveles de vida dignos que no hemos conocido. El proyecto de presupuesto federal por discutirse en estos días requiere ser ajustado para mitigar los daños que han causado políticas intencionadamente alejadas de una economía con verdadera responsabilidad social.
A últimas fechas se percibe una tardía atención oficial a los requerimientos financieros de las Pymes. Podría explicarse por la coyuntura electoral. Habrá que aprovecharla.
juliofelipefaesler@yahoo.com