¿NUEVA DEUDA ETERNA? Por Alejandro Díaz
En la semana que acaba de terminar, la Cámara de Diputados aprobó el mayor incremento a la deuda pública de la historia. Por más que intentaron hacer creer que gobiernos anteriores contribuyeron más a endeudarnos, las cifras muestran que en 2024 se incrementará la deuda que pende sobre cada uno de los mexicanos a niveles nunca vistos. 9 millones de millones de pesos querrán decir que cada uno de los mexicanos quedaremos a deber recursos que no serán de utilidad para nadie en el futuro.
En el pasado se referían al último año del sexenio como el ‘año de Hidalgo’. Pero, con este gobierno “diferente”, se puede decir que todos los anteriores fueron juego de niños. No sólo se presentó el mayor presupuesto jamás visto con un incremento muy generoso del 73% con respecto al último año del sexenio anterior. Si hasta ahora habíamos visto aumentos anuales por encima de la inflación, nunca contemplamos incrementos de esta envergadura.
Por eso, más de la quinta parte del presupuesto 2024 provendrá de deuda, y aunque ciertamente incluye partidas para obra pública (puentes, carreteras, infraestructura eléctrica, etc.), es notoriamente escasa en Salud, Empleo, Medio Ambiente, Atención a Mujeres, Apoyo al Campo, Rescate ante Desastres, Protección de Recursos Naturales, así como Fomento a la Cultura y al Deporte. Se entiende el apoyo en efectivo a adultos mayores y a grupos vulnerables. Pero no se contempla combinar regalar pescados con recursos que enseñen a pescar para hacerlos sustentable.
Si se desmenuza el presupuesto presentado podemos ver que no se incluye ningún gran proyecto nuevo. Ni presas, ni carreteras, ni puertos. Por supuesto incluyen generosas adiciones a los proyectos insignia del actual inquilino de Palacio (la refinería de Dos Bocas, los Trenes Maya y Transístmico, los absurdos subsidios a PEMEX y a la CFE, así como apoyos a grupos mencionados).
Pero los proyectos insignia -incluyendo PEMEX y CFE- han sido pobremente planeados y peor ejecutados. Todos ellos han requerido recursos en forma creciente desde el principio del sexenio hasta el próximo presupuesto. Así, para 2024 se demanda el triple de recursos que los que presupuestó Calderón en 2012, y para colmo, sin ser sustentables.
Un tema del que se omitió hablar es el servicio de la deuda, tanto nacional como externa. El que ahora haya suficientes reservas de divisas gracias a las remesas y a las exportaciones querrá decir que la deuda externa no es irresponsable contratarla, pero el futuro pago de ambas deudas, la externa y la interna (además de los apoyos a distintos grupos y a empresas dique productivas del Estado) sí lo es. Impedirá se hagan obras imprescindibles como mejorar el abastecimiento de agua a poblaciones y al campo, reinstaurar el Seguro Popular, las Escuelas de Tiempo Completo y el FONDÉN, entre muchos fideicomisos expropiados. Al servicio de la deuda y al pago de apoyos se agregará el de las pensiones que año con año se incrementan tanto por razón del envejecimiento de la población como por la inflación.
Aunque no sea irresponsable en sí la contratación de deuda externa, no se ha evaluado bien que la inyección de recursos no generados por la economía producirá necesariamente inflación, que en un descuido puede ser tan desastrosa como la de la ‘docena trágica’ (1970-82). México no merece volver medio siglo atrás.
No dudemos que el próximo proceso electoral se realice en un ambiente inflacionario que pondrá más presión a un inquilino de Palacio que no ha sabido operar la existencia de un México moderno. Nuestra país sí es de clases medias, trabajadoras, aspiracionistas, y demandantes que exigen cada día un mejor mañana sin una nueva deuda eterna.