PAN: LOS GRAVES YERROS POLÍTICOS DE OMISIÓN Y DE ACCIÓN Por Salvador I. Reding Vidaña
Si un hermano (u otro pariente cercano) nuestro se equivoca, tiene alguna falta grave que afecta a terceros de la familia o del entorno de amistad o relación profesional, bien debemos, no sólo podemos, decirle con todo derecho y hasta obligación que lo ha hecho mal. Y si no parece capaz, por la experiencia previa reciente o no, de hacer bien las cosas, debemos pedirle que deje el asunto en otras manos. Y esto no es cuestión amistad, de hermandad, o de filiación (en caso de los hijos) o de paternidad (si es de los padres), sino de sentido común. Las cosas como son y como deben ser.
Y así debemos actuar respecto a los dirigentes políticos de los partidos, en el caso de Acción Nacional en particular, y a este mi partido hago referencia. A las dirigencias locales y nacional del PAN tenemos sus militantes y simpatizantes mucho, pero mucho que reclamar de estos últimos años, sobre todo por las fallas que han dado triunfos a quienes ya se sabía que dañarían gravemente a México y que así lo han hecho. En especial las fallas de omisión, no haber hecho lo necesario y evidente, sobre todo en materia de comunicación.
Desde la campaña para 2018 (primero informal y luego formal) de Andrés Manuel hizo éste muchas promesas descabellas, imposibles de cumplir, críticas y acusaciones a los gobiernos anteriores, difamaciones desde que era Jefe de Gobierno, en contra del panismo, y las respuestas del partido fueron intrascendentes, demasiado débiles. Eso hizo que millones de ciudadanos le creyeran, como del supuesto fraude electoral de 2006. Y ya electo siguió con lo mismo y peor, y en la presidencia todos los días mintió, acusó, denigró, se burló, dividió a los mexicanos. Le creó problemas diplomáticos al país y más, mucho más de daños al país, y la dirigencia panista no fue capaz de demostrar sus mentiras ante el pueblo. De acuerdo en que Andrés Manuel tenía y tiene enormes ventajas de comunicación, comenzando por la difusión de los dichos en sus mañaneras, pero faltó comunicación partidaria, amplia y estratégica.
Sabemos que su gran arma para ganar y mantener popularidad fue y sigue siendo regalar dinero del erario bajo diversos programas sociales. Se hacía y se hace sentir a la población que esos dineros eran, son, del presidente, y la gente se lo agradece, cuenta con ello y se ha tragado la mentira repetida mil veces de que la oposición les quitaría esas prestaciones si llega al poder. Y le ha funcionado maravillosamente, mientras que la dirigencia del PAN no fue capaz de informar correctamente al pueblo “bueno y sabio”. Sus comunicaciones al respecto fueron y son demasiado débiles y en mucho circuladas entre quienes ya lo saben y no entre los millones de crédulos agradecidos y temerosos de perder las ayudas.
Las respuestas a las políticas desastrosas del presidente no fueron adecuadas para convencer al pueblo de que así eran. La destrucción de instituciones no fue informada de acuerdo a las comprensión popular, les pasó desapercibido e intrascendente a millones de ciudadanos, y su preferencia presidencial siguió alta. El poder territorial y los crímenes en contra de la población por la delincuencia organizada no bajaron la simpatía por Morena y su líder. El caso particular, tremendo, de destruir el Seguro Popular, afectando a millones de familias prácticamente pasó de noche, aún entre los afectados, respecto a la maldad del presidente quedó popularmente en la nada. Igual la falta de medicinas afectó no la imagen presidencial. La lista de falta de comunicación adecuada y suficiente para el pueblo puede seguir muy larga.
El desprestigio de los partidos de oposición, pero en especial del panismo, creado por López Obrador y sus corifeos no fue correcta y ampliamente combatido en sus mentiras de parte de la dirigencia panista. Eso aparte de los propios problemas de fallas de conducta y de corrupción entre gobiernos del PAN, reiterados, generalizados y exagerados por el presidente, y el pueblo se lo creyó de esa manera. Lo convenció de por qué él y su partido son los salvadores de México y los otros partidos sus enemigos. Y el PAN formalmente no supo desmentirlo.
La imagen morenista del “PRIAN” le fue y sigue siendo muy impactante, como que son lo mismo, corruptos y todo lo que procede para que se vieran como malos gobernantes. El mote de neoliberales (que en realidad no significa gran cosa) sirvió para denigrar por igual a panistas y priistas. Y ni el PAN supo defenderse (ni desmintió el mote PRIAN) y muchos menos el PRI, que difícilmente podría intentar darse baños de pureza.
Los grandes males hechos a México en el actual sexenio han sido desde tolerados hasta ignorados por millones de ciudadanos, y votaron por Morena abrumadoramente. Y en parte por omisiones de comunicación de parte del PAN.
Y por estas omisiones y fallas, y otras más de gobiernos panistas y de manipulaciones políticas dentro del partido, por el cuatismo, el amiguismo, y la manipulación de los llamados padroneros, que ahuyentaron ciudadanos y crearon una pésima imagen interna de las dirigencias. Por el reparto de candidaturas demasiadas veces designando impresentables (que iban a perder o a robar) el partido perdió imagen, fidelidad, simpatías y millones de votos.
Esperemos que la nueva dirigencia nacional del PAN corrija el rumbo y combata los vicios internos del partido, que lo están destruyendo. Que regrese a los principios de eternidad de la doctrina panista, tan olvidados y hasta a veces combatidos, como en declaraciones y en votaciones legislativas en contra de la vida, del matrimonio, de la sexualidad humana y del bien común, con objeto de ganar algunos votos o simpatías (y en realidad perdiendo muchas más de gente con valores).
Pero ahora ¿qué puede hacer el CEN ante las trampas electorales del 2 de junio? Mucho, para defender triunfos, impugnar con bases sólidas y confrontar a Morena respecto a sus ofertas de conciliación en materia legislativa. Ah, y no apresurar la elección interna.
Y que los amigos del CEN (2018-2024) no se sientan ofendidos, sino solamente responsabilizados de fallas y omisiones de política interna y externa, que en parte permitieron que México haya llegado a la crítica situación que viene tras el desastre del 2 de junio.