Perfiles para renovar a Acción Nacional
Por Salvador Reding.- Toda la dirigencia de Acción Nacional se debe elegir en el semestre julio-diciembre de 2018. El Comité Ejecutivo Nacional, y los comités estatales, municipales y regional. Habrá un nuevo presidente nacional, pero no es sólo ese cargo, son muchos.
Ahora bien, ¿qué tipo de personas se deben elegir, en este partido humanista? Generalmente, al hablar del perfil de la persona adecuada, se trata del futuro presidente nacional del PAN. Excelente, es el líder, pero no basta, también hay que pensar en el perfil deseado para quienes presidan los comités de las entidades federales y de los municipios. Mucha gente, sí.
Pero nadie opera en la soledad de un despacho. Para cubrir las diferentes funciones y responsabilidades se integran comités, y quienes los componen, deben también tener las cualidades necesarias, de acuerdo a la misión del panismo. ¿Muchos, demasiados perfiles? En realidad, no, básicamente deben ser los mismos, en cuanto a la calidad humana, identidad doctrinal y más. A ello se suman experiencia y capacitación adecuadas a las necesidades del cargo.
Pero podemos empezar al revés, no perfilar al panista mejor, sino al que NO queremos. No es difícil. No podemos tener presidentes y dirigentes oportunistas, de los que con su vida personal y política anteponen sus intereses personales y grupales a los de México. No podemos “dejar la Iglesia en manos de Lutero”, como se dice. No aceptamos a quienes predican y practican en contra de la doctrina del humanismo, de los valores fundamentales que nos rigen. Ni a los corruptos, tramposos o autoritarios.
La lista de los “no” puede ser larga, pero lo esencial ya está en lo dicho. En el PAN ya se ha tenido la amarga experiencia de tener dirigentes con ese perfil “antinatural” frente a la esencia del partido. Ya no más, ¡basta!
Y ahora, ¿cuáles son los perfiles correctos? No hay que buscar mucho ni muchos. Delineemos el perfil que requiere, ahora y siempre, el presidente nacional, y los demás serán una buena copia, con el añadido de experiencias y trayectorias afines a los cargos.
Hay dos aspectos del buen perfil, uno general y otro indispensable en las actuales (y tristes, preocupantes) condiciones. En realidad, lo que se requiere para estas circunstancias, es parte de las cualidades que siempre deben tenerse, pero esta vez con especial necesidad. Conciliador, ante todo. Y algo definitivo: ser un verdadero demócrata, en los hechos y no en las palabras.
El perfil “no negociable”, necesario, en el que no debemos ceder, no es complicado. El presidente a elegir debe ser una persona (varón o mujer) cuya trayectoria de vida esté apegada fielmente a los principios de doctrina, y no simplemente en declaraciones para efectos de imagen. Debe conocer a profundidad el “ser” de Acción Nacional, ese que delinearon los fundadores, y muchos dignísimos dirigentes que, por decenios, llevaron al partido sin violentar su misión.
Eso es lo más importante, su integridad de vida. Pero, además, debe tener, haberse ganado a pulso, lo que se llama AUTORIDAD MORAL. Un auténtico liderazgo, independientemente de la autoridad formal que da un cargo.
El nuevo presidente debe tener algo que solamente se adquiere con el tiempo, como lo es la sabiduría en la persona. Muchas “horas de vuelo”, experiencia política, oficio político, habilidad para negociar. Sin ello es difícil mandar sabiamente, ser prudente y sagaz. Es como los grandes estadistas, que, salvo rarísimas excepciones, tienen muchos años de experiencia, de carrera y vida.
El presidente a elegir debe, como buen líder, haber construido buenas redes de relaciones firmes con personalidades valiosas, desde humildes militantes de a pie, hasta personas en posiciones exitosas (en buenos términos humanos) y de poder. Todos los grandes hombres y mujeres en la política las han tenido.
Como ejecutivo, el presidente deberá haber demostrado ser un buen analista de hechos, para entender lo que el PAN debe planear y ejecutar como tal en los nuevos tiempos. Un buen organizador, planeador y, por supuesto, ejecutor.
Debe haber demostrado ser buen conciliador, algo indispensable en el fracturado partido que es hoy Acción Nacional. Ser un buen sanador de heridas en relaciones personales y de grupos. Saber construir y fortalecer puentes de comunicación, dentro y fuera del partido. Que demuestre saber escuchar y tomar en cuenta.
Para ser electo, y para poder dirigir al partido necesita una imagen intachable, sin siquiera sospechas de malos manejos o “arreglos”, Sin “cola que le puedan pisar”. La buena imagen es la que puede hacerle ganar una elección interna y regresar al partido a su esencia, y ser reconocido fuera de él.
¿Existen líderes panistas así? Por supuesto que los hay, unos cuantos, para ser presidente nacional, pero los hay. Existen algunos aspirantes que se acercan, pero están marcados por fallas o malas redes de relaciones o de grupos, y hasta por simples sospechas razonables de mala conducta; estos, no deben ser.
En resumen, el perfil de los nuevos dirigentes se puede delinear del que corresponde al presidente nacional. Y este perfil es el de una persona experimentada, exitosa, líder moral, fiel a la doctrina, demócrata, humanista y de intachables vida personal y carrera política.