¿POR QUÉ TANTO ODIO CONTRA XOCHITL?
Por René Mondragón.-
AL EXTERMINIO
Da la impresión de que el odio que proyecta el presidente mexicano en contra de la candidata del FAM, tiene visos ya de algo patológico que no solo afecta a su investidura presidencial, sin que, en paralelo, puede mover a la acción de algún fanático que quiera quedar bien con el mandatario, para realizar algún acto violento y fatal versus Xóchitl Gálvez.
El tema no es menor porque dentro del club de aplaudidores presidenciales, varios se han ofrecido a denunciarla, a solicitar la demolición de su casa, a acusarla penalmente por delitos inexistentes y, por supuesto a atentar contra todo lo que Xóchitl representa, frente al proyecto de la 4T que cada día se va deshilachando con mayor rapidez.
Como es su costumbre, el mandatario dice y sostiene un tema, para desdecirse en cuanto se da cuenta que su narrativa se ha ido por la alcantarilla en un discurso soso, cansado, repetitivo y torpe.
Varios analistas coinciden: el presidente no puede atacar a Xóchitl Gálvez, porque ella proviene de ese sector de la población que el ejecutivo dice defender. Ahora menos, porque la doctora Sheimbaum representa, en la narrativa presidencial, a los habitantes con título universitario y posgrado, llamados “fifís” a quienes tanto detesta en las mañaneras.
El presidente se ha quedado sin argumentos y frente a ello, recurre a lo de siempre: a la denostación, al desprestigio, la calumnia, la descalificación y las mentiras que son la nota diaria de todo el sexenio en contra de quienes él cataloga como sus adversarios.
Las cosas le siguen saliendo mal, porque no se ha dejado enseñar ni ha querido aprender que, entre más golpee a Xóchitl la está convirtiendo en mártir. Mientras los corifeos de palacio demandan demoler el espacio donde vive la candidata Gálvez, obligándola a abandonar la casa donde vive, las redes sociales se encargaron de difundir un lema: “Xóchitl, mi casa es tu casa” Las invitaciones han sido enormemente generosas y abundantes.
EL ODIO EN EL FONDO
Realmente son discursos de odio en contra de la candidata del FAM supuran ácido hacen que el cortisol en el organismo del presidente se convierta en una seria intoxicación. La pregunta es. ¿Por qué tanto odia a Xóchitl?
No se requiere ser un sesudo analista para identificar la respuesta.
El presidente sabe con precisión lo que podría suceder al perder la elección en el 2024. Ya lo ha anunciado. No reconocerá su derrota y en consecuencia, habrá plantones, destrozos, violencia, paros, bloqueos, escándalos y robos de todo lo imaginable. El objetivo es agitación al igual que lo que hizo en su momento en Paseo de la Reforma. El escenario se ampliaría a los lugares donde el gobierno es de Morena.
Evidentemente, por un corto tiempo las fuerzas armadas estarían a la espera hasta que, del mismo seno del ejército y la marina, los generales leales a México, al pueblo y a la Constitución, recibieran la instrucción de poner orden.
Esto sería el comportamiento previsible. Sin embargo, el temor de fondo, lo que realmente preocupa al caudillo radica en que se destapen todas las tropelías y atrocidades que las ocurrencias ideológicas causaron al país.
Ahí estaría la preocupación mayor porque todos los escondrijos reservados por varios años, saldrían a la luz pública y, el respetable pediría acciones legales eficaces en contra. Y eso olería a denuncias penales, tal y como sucedió en el caso de varios jefes de estado denunciados penalmente.
No pasaría a la historia como el gran reformador, como el símil juarista que tanto anhela. Los epítetos sobrarían para denostarlo, pasando a la historia de otra forma. Y detrás de él, muchos de sus favoritos.
A eso es a lo que se teme en palacio. El odio contra Xóchitl es del mismo tamaño del miedo a su derrota. Al tiempo.