QUE “DEJEMOS EN PAZ A AMLO” ¡NO! Por Salvador Reding

No, Claudia Sheinbaum, no vamos a dejar en paz al expresidente López Obrador, hay mucho, pero mucho que hablar de él. El Peje tiene mucho que responder ante la Ley y ante la misma sociedad , ya se irá viendo, como se vio durante su sexenio presidencial. Muchas faltas, delitos que cometieron, y que deben pagar a la sociedad mexicana.
Para comenzar, él no ha dejado en paz a los mexicanos, escondido en quién sabe dónde (probablemente en Cuba) sigue manipulando la política nacional a través de sus testaferros, sus cómplices, sus incondicionales, muchos de los cuales le deben enormes favores y prebendas legales e ilegales. ¿Por qué deberíamos nosotros los ciudadanos “dejarlo en paz”?
Es más, López Obrador no deja en paz ni siquiera a su sucesora, algo que se ve a través de las acciones y dichos de sus incondicionales, como sucede en ambas cámaras del Congreso de la Unión. Ella dice una cosa y ellos la contradicen. Más bien Claudia debería pedir públicamente a López Obrador que la deje en paz a ella primeramente y luego al país.
Los enormes daños que en su gobierno hizo a México en muchos campos, perfectamente conocidos e inocultables hacen que no dejemos en paz a Amlo, en materias como la seguridad, la economía, las relaciones internacionales, no podemos y no debemos dejarlo en paz. Difícilmente se le podrá hacer pagar penalmente por algunos delitos tipificados que cometieron al amparo de su fuero y de su poder casi absoluto, pero hay ciertos casos en que se puede proceder.
Pero principalmente, no lo dejamos en paz porque este gobierno de Claudia y quienes controlan al Congreso federal ya muchos gobiernos y congresos locales siguen obedeciendo sus desastrosas políticas de gobierno. Hasta en muy simples análisis políticos se ve “la mano que mece la cuna” de López Obrador en la administración pública y en los procesos legislativos.
No podemos dejarlo en paz ante la evidencia de grave falta de transparencia y corrupción que se dibuja en los gastos federales, sobre todo en sus obras faraónicas cuyos costos son injustificables ante cualquier auditoria que se pueda hacer de verdad. Las nuevas fortunas que van apareciendo de sus allegados son como se dice enriquecimiento inexplicable, aunque son bastante explicables: robos gigantescos al erario a través de gastos y contratos con cercanos a él, a sus hijos y otros cómplices que rebasan por mucho el valor de lo que se compra, construye y suministra.
No podemos dejar en paz a quien durante tantos años, desde que fue jefe de gobierno en el entonces Distrito Federal, en sus campañas políticas y en el ejercicio del Poder Ejecutivo federal se dedicó a sembrar la división y el odio entre los mexicanos, justamente lo contrario de la paz social. Un daño que su sucesora Sheinbaum y sus subordinados en la alta política siguen haciendo: no construyen la paz y la unión entre los mexicanos, pero piden que los mexicanos insultados, agredidos y desamparados en la seguridad pública, en servicios de salud pública se unan con la presidente que sigue los mismos paso de su antecesor, para quien pide lo dejemos en paz.
No, los mexicanos tenemos mucho que reclamar a López Obrador para que lo dejemos en paz, mucho a los que tiene que responder, y en cuanto se pueda, lo haga penalmente. La paz, como el respeto y la admiración, se ganan o se pierden por las acciones personales.