¡QUE VIVA EL TEATRO!
Con motivo del 45 Aniversario del Teatro Fernando Soler
Si hablamos de teatro tenemos que viajar en el tiempo, su origen está en la Grecia milenaria, cuna de la cultura occidental, en ese espacio del tiempo alcanzaron su máximo desarrollo disciplinas como la filosofía, la literatura, la arquitectura y por supuesto el arte dramático. Los estudiosos apuntan que las primeras piezas dramáticas surgieron en las fiestas dedicadas al Dios del vino, de la vegetación: Dionisio. Hombres disfrazados de sátiros entonaban canciones y danzaban en honor al dios, muchas veces acababan en verdaderas bacanales. Esto se popularizó entre los siglos VIII y VII A.C.
Escribe Aristóteles que esas representaciones dionisiacas eran sencillas y alegres. Evolucionaron y ya en el siglo VI se introdujo la figura de un actor que alternaba con el coro de los “tragos” -macho cabrío-. Mientras el actor usaba el lenguaje, el coro cantaba. Y fue evolucionando hasta darse un dialogo entre ambos. Los dos géneros que imperaban eran la tragedia y la comedia. Esquilo y Sófocles fueron los dramaturgos que impulsaron esta hermosa manifestación del arte escénico y se hizo imperativo construir espacios más grandes para las representaciones. Llegaron a levantarse grandes teatros de piedra en los que tenían cabida más de 10 mil espectadores. Existen a la fecha vestigios de esas edificaciones.
El teatro ha estado presente a lo largo de la historia del hombre. Los griegos se valieron de el para educar a niños y jóvenes. Explica también, Aristóteles, en su Poética, que los griegos antiguos consideraban el teatro un espacio ideal en el que se podían purgar las bajas pasiones del ser humano, con escenas de situaciones que lo conmovieran. El proceso se denominaba catarsis, y garantizaba que del teatro salieran mejores ciudadanos de como entraban.
En México, la historia del teatro viene desde los tiempos prehispánicos. Data también de ritos ancestrales, en los que la expresión oral se agregó al canto y a la danza para adorar a los dioses. Con la llegada de los españoles, los misioneros se valieron de este arte para evangelizar a los pueblos mesoamericanos. Así nacieron las pastorelas y llegaron luego otros géneros como los entremeses y los autos sacramentales. Durante el movimiento de Independencia, creció el interés por el teatro, se leían en las tertulias obras nacionales y extranjeras. Don Miguel Hidalgo era muy aficionado a este arte, él mismo tradujo el Tartufo, de Moliere.
Después de la caída del Imperio de Maximiliano se inauguró el Teatro de Autores, en 1873. Ya existía el del Conservatorio, de 1824, con el objetivo central de formar actores. Durante el porfiriato se dio un gran respaldo a la construcción de teatros, muestra de ello fue que en 1904 se inició la edificación del Palacio de Bellas Artes, que tuvo que suspenderse por el advenimiento de la Revolución. En el periodo post revolucionario se le dio impulso al “género chico”, que fue muy exitoso, fue la época de oro de la sátira política y la comicidad.
A partir del siglo XX el teatro tuvo ya gran relevancia en la vida cultural de nuestro país. Surgieron grandes actores, dramaturgos, directores. Representaron en conjunto el esplendor del nuevo ciclo del teatro mexicano. No me cabe la menor duda que el teatro es un arte en constante transformación, reflejo de los tiempos que se viven. Su magia peculiar y única logra despertar en los espectadores una serie de sentimientos, de emociones, de pasiones, al calor de la interpretación de los actores.
Nuestra ciudad capital, Saltillo, tiene un recinto maravilloso en el que hemos tenido la oportunidad de soñar, de imaginar, de cantar, de admirar, de aplaudir, de sentir, de reír, de conmovernos, a lo largo de 45 años, que están próximos a cumplirse el 26 de marzo del año que viste y calza; usted que hace favor de leerme ya sabe a qué lugar mágico me estoy refiriendo: al Teatro de la Ciudad Fernando Soler. El 26 de marzo de 1979 abrió sus puertas, y desde entonces no se han cerrado. Forma parte de la fisonomía de nuestra noble ciudad, su magia inunda nuestros corazones cuando asistimos a disfrutar de las puestas en escena de las obras que ahí se han presentado, a cargo de figuras inmortales, como Magda Guzmán, Susana Alexander, Ignacio López Tarso, o a deleitarnos con las voces de Nacha Guevara, de Guadalupe Pineda, de Serrat, o de los Niños Cantores Viena, o con la música de la Orquesta Sinfónica Nacional o la de casa, la Orquesta Filarmónica del Desierto, y más pero muchos más artistas que nos han compartido su talento y su genio.
Hoy es noche de Gala, Noche de Ópera, iniciará con el tradicional encendido del Cirio, en punto de las 20:15. La entrada es libre. Venga a celebrar, venga a festinar el aniversario del teatro de nuestra ciudad. Congratúlese y felicite con su presencia a todas y cada una de las personas que hacen posible que el Fernando Soler siga brillando como lo que es, una estrella, una luna, un sol…