¿Representación? ¿República? ¿Ciudadanía?
Esther Quintana.- Si alguna vez, los que cobran como dizque representantes de los mexicanos, bajaran del Nirvana al que se trepan por motu proprio –y se los permite esta infausta cultura del valemadrismo institucionalizado que priva en nuestro país- tan pronto agarran hueso político, y le echaran una mirada aunque sea de refilón a la sociedad de la que provienen, de la que son parte, caerían en cuenta de que no tiene ninguna similitud con la realidad que se inventan y de la que parten los muy hijos de su mal dormir para darle hasta por debajo de la lengua a su país, vía su deleznable actuación.
Ese espectáculo bufo de la mañanera es una falta de respeto con mayúsculas, y las que nos han venido “ofreciendo” los legisladores, no se queda atrás. No le conceden ni una pringa de consideración a quienes dicen representar. ¿De verdad estiman que no existe vida inteligente en México? ¿De dónde diablos han sacado que no hay personas pensantes, con raciocinio, con espíritu crítico, con disposición para la reflexión, en este país? Que estragos hacen la petulancia y el tapanco vacío cuando se juntan. Sus “verdades” parten de lo que dicen sus asesores, sus encuestas y sus redes.
Esos son ahora el oráculo del siglo XXI. Tal vez si se dieran la oportunidad de alejarse un poquito, aunque sea, de semejante “aturdidero”, le darían apertura a la humildad -esa que ubica y le pone un estate quieto al ego-, a la mesura, a la conciencia de que hay otro mundo del que ellos se han desafanado. Incluso hasta se harían un favor a sí mismos, porque caerían en cuenta de yerros, de arbitrariedades, de decisiones huérfanas de sustento racional, y tendrían oportunidad de hacer las correspondientes reconsideraciones.
El daño que toda esa injuria cotidiana está gestando, no la están sopesando. El hartazgo de la gente hacia sus gobernantes, y ahí está la Historia, ha sido la llama que prende movimientos de proporciones inimaginadas. Y subrayo, esto no lo está considerando ni el que gobierna, ni su mayoría en el Poder Legislativo de la Unión, ni su partido.
Lo que hemos visto en San Lázaro, relativo a la aprobación del presupuesto para el 2022, retrata de cuerpo entero la ausencia de representación de los mexicanos. La mayoría es de Morena y los intereses que defienden son los del Presidente López Obrador. Y esto no es novedad, durante 70 años el PRI hizo lo mismo, así “funciona” el sistema político mexicano que los tricolores le endilgaron a México, y el taimado que hoy gobierna, jefe de estado, jefe de gobierno y jefe de Morena, actúa exactamente igual.
Es la conducta típica de los gobiernos que solo tienen en el papel lo de democráticos, federalistas y republicanos. La política que se hace en este país continúa en deuda con la sociedad, y la democracia solo tiene futuro a través de la república, y esta no puede existir sin ciudadanos que, más allá de sus filias políticas, ideológicas o religiosas, participen de manera activa, primero en la construcción y luego en el mantenimiento del espacio público común enraizado en una ética cívica de mínimos compartidos. Ah… y el federalismo solo alcanza en estos tiempos a las entidades federativas y municipios morenistas.
Discúlpenme si soy reiterativa: el habitante es quien se preocupa, ocupa y cuida de lo suyo, personal y privado. Y cumple religiosamente con su paga de impuestos. Y ciudadano es el que, además de lo anterior, se preocupa, ocupa, cuida y participa de lo público y común.
Tenemos el ineludible deber, los adultos de hoy, de contribuir a la generación de conciencia sobre la relevancia de la educación en CIUDADANÍA a las nuevas generaciones, o este país va a seguir siendo presa de manipuladores, vendedores de ilusiones de humo, y todo género de sinvergüenzas que continúan llegando en tropel al cargo público a surtirse los bolsillos y a pavonearse de cuanto no son. Y hasta los aplauden.
¿No está harto de todo esto? ¿No le indigna tan miserable trato de los “dizque” representantes?