Se acabaron las fiestas y a lo que sigue…
Esther Quintana.- Le agradezco a Dios con todo mi corazón el año vivido. A mi familia, a los amigos, y a cada persona con la que tuve la fortuna de convivir. Pido perdón por mis humanas fallas y me he propuesto firmemente ser una mejor persona. Tengo un optimismo muy tenaz y eso ha alimentado siempre mi esperanza. El 2021 no ha sido un año fácil, pero a pesar de ello aquí estamos, dando la batalla. Han sido horas amargas para muchos de los que han padecido esta plaga del siglo XXI y/o han perdido un miembro o más de su familia, derivado de esto. La euforia de las celebraciones decembrinas ha atenuado en algo la angustia de una enfermedad para la que todavía no existe cura, pero la realidad impone su presencia y con ella tenemos que aprender a vivir. De modo que bienvenido 2022, y hagamos de él un buen año, porque hasta cierto punto está en nuestras manos lograrlo.
¿Cómo? Pues empezando por mejorar la calidad de las relaciones con los más cercanos, con los que convivimos todos los días, empezando por la pareja. Sí, es lo primero. Los informativos dan cuenta de la alza de la violencia doméstica y del número de divorcios in crescendo, más claro ni el agua. De modo que amarrar a los lobos interiores y abrirle paso a la tolerancia, a la solidaridad, al diálogo, a la inteligencia, al redescubrimiento del gozo interno de privilegiar al sapiens y no al primario que si le soltamos la cuerda se traga a cuanto se le ponga enfrente, y a dentelladas. Es mejor pensar en lo que sí hemos hecho bien, y de los yerros quedarnos con la lección para no repetirlos. Invirtamos esfuerzo con perseverancia, con ilusión. Lo demás es acíbar… Zambullámonos en el viaje interior, démonos esa oportunidad, reconozcamos con humildad en lo que hemos fallado y esforcémonos en una transformación de nuestra conducta y de nuestra actitud con comportamientos específicos, dándoles sitial estelar a la razón y al raciocinio… menuda tarea ¿verdad? Pero no imposible, que para eso es la voluntad. Capitalicemos los aprendizajes del 2021, un año que nos puso de frente a lo que no estábamos acostumbrados, nos cuestionó fuerte y movió todos nuestros entresijos. ¿Cómo le hacemos para digerir todo esto?, ¿cómo le hacemos para enfrentar el estrés, el agotamiento, las emociones que constriñen nuestro bienestar?, ¿cómo aprendemos a vivir con la incertidumbre, la complejidad y el cambio que va a mil por minuto? Resiliando, dicen los estudiosos del tema. Resiliar es un verbo que nos invita a la acción, es un hábito que se genera practicándolo. Cuando resilias le das paso a una fuerza interior que te conduce a la transformación. Se resilia en las decisiones que tomamos o en las acciones que emprendemos. Verbi gratia, en esta pandemia, se resilia con las acciones solidarias a favor de los más necesitados, con los acuerdos tomados entre empresas de diferentes rubros para que las personas conserven sus empleos, con la reorganización de la tareas en casa, con soluciones creativas ante lo inesperado, con generosidad y aliento en el trato con los demás… así…
Apuntan los expertos, como Gaby Hostnik, especialista en Inteligencia Emocional, que se resilia dándose permiso para sentir, rompiendo con el patrón de reprimir lo que sentimos, asumiendo todas las emociones que se experimentan y aprendiendo tanto de lo positivo como de lo negativo. Preservando nuestra fortaleza mental atendiendo a nuestro estado anímico, rodeándonos de personas que crean en nosotros, son tiempos para traer de nueva cuenta al zoon politikon que la arrogancia ha ido mandando a paseo, la calidez y la confianza son fuente de bienestar, no lo olvidemos. El infausto individualismo, hinchado de mezquindad, nos está matando. Abrirnos al aprendizaje continuo, tener la humildad de reconocer que somos humanos, de carne y hueso, con todas nuestras naturales limitaciones. Cultivemos nuestra mirada posibilista, lo que el corazón quiere sentir, la mente termina mostrándoselo. Apreciemos el que hoy tenemos más tiempo para pensar, pensar no es perder el tiempo, necesitamos de la reflexión serena para decidir mejor. Valoremos nuestros logros diarios, por más pequeños que sean.
Empecemos ya, no hacerlo es contra natura.