SE EMPEÑA EN NO LLEGAR AL OBJETIVO
Por Alejandro Díaz.- El gobierno actual está batiendo récord en múltiples campos. Ha sido el más votado en la historia electoral de México en números absolutos (hubo porcentajes mayores en el pasado cuando estábamos en la Presidencia Imperial mediante métodos discutibles), pero ese logro no lo valida con sus acciones (más bien inacciones) de gobierno.
Cuando se llega cuestionado, se requiere esforzarse por legitimarse en actos de gobierno, pero quien se sienta legitimado por las urnas tiene que confirmarse haciendo bien su tarea. El actual inquilino de Palacio habla todos los días a la nación, informa difusamente sobre asuntos en general pero omite datos en Salud, Economía, Seguridad, etc. Gobierna desde el púlpito sin medir resultados. Ignora -o al menos no parece saberlo- de que lo que no se mide o se cuenta, no se puede controlar.
Nunca midió el impacto negativo de la cancelación del Aeropuerto de Texcoco, y seguro ni le importó. Al intentar abatir el robo de combustible en diciembre de 2018 paralizó a buena parte del país. Y no sólo no reconoció su error sino presumió que se había inhibido esa práctica aunque PEMEX nunca mostró que pudiera vender lo que antes le robaban. Incluso cuando meses más tarde se produce la explosión en Tlahuelilpan por un robo de combustible, no lo reconoce y no da su brazo a torcer.
Con el asunto de medicinas y medicamentos se dió un caso parecido. Bajo el pretexto de luchar contra la corrupción, desmanteló las instancias del IMSS y de la SSA que lo hacían razonablemente bien. Hoy, a más de dos años de distancia siguen faltando insumos en clínicas y hospitales públicos porque su gobierno no atina a hacer las compras y la adecuada distribución que se requiere.
Desde un principio desestimó la peligrosidad de la pandemia COVID y se apoyó en un tipo nefasto e incapaz que ha llevado al país a ocupar uno de los primeros lugares en mortalidad. Con una gran ocupación hospitalaria, fallecidos y contagiados alcanzaron altísimos números, más allá de lo que suponía el tal técnico, cuyo único logro fue evitar saturar los respiradores.
En Economía los resultados también se dejan desear. Cuando a principios de 2020 la instancia responsable -INEGI- reportó un crecimiento ridículo del PIB en el primer año de gobierno, el inquilino de Palacio desestimó la forma de medir y dijo que habría que usar otra más justa. Pero no sólo no la ha propuesto, sino dejó que el índice utilizado mundialmente cayera en México a niveles nunca vistos.
En Seguridad lo mismo. Su iluso apotegma de “abrazos, no balazos” dio como resultado que haya más homicidios dolosos que en los dos sexenios anteriores ¡juntos! Ciertamente ha mantenido al Ejército sin intervenir contra grupos delincuenciales, dándoles otras tareas. Pero con ello han disminuido los decomisos de droga al tiempo que los cárteles criminales incrementaron su presencia en todo el territorio nacional, y con ello, los enfrentamientos por el control de rutas y ciudades.
Por falta de planeación, por no contar con profesionistas capaces, y sobre todo por no atender propuestas y recomendaciones científicas, este gobierno está condenado a fracasar. Ya vimos que a pesar de la disposición de vacunas no se ha llegado a inocular completamente ni al 30% de la población.
Aún su intento de controlar electoralmente al país le falló parcialmente el 6 de junio. A pesar de los millonarios recursos empleados para apoyar en metálico a la población, el partido del inquilino de Palacio perdió la mitad de su votación de 2018, incluso la mitad de puestos en la CDMX, supuesto origen de su popularidad.
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