SEGURO POPULAR GRATUITO: La propuesta sensata
Marcos Pérez Esquer.- Hace poco más de dos meses y medio, dediqué este espacio a comentar la decisión del gobierno federal de cancelar el Seguro Popular. Ahora como entonces, creo que la decisión ha sido un error garrafal, que no puede obedecer a otra cosa que al capricho y a la convicción presidencial de que todo lo que pueda identificarse como un logro de los gobiernos panistas debe ser erradicado.
Desde entonces ya veíamos que el nuevo Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), no estaba bien planeado, y que su entrada en funcionamiento (eso de “entrar en funcionamiento” es un decir) generaría múltiples problemas.
Debo reconocer empero, que nunca imaginé que el caos aparecería tan pronto, porque la creación del INSABI fue acompañada de una autorización para echar mano (ilegítimamente) de 40 mil millones de pesos del “Fondo de Protección para Gastos Catastróficos” perteneciente al Seguro Popular, con los que antes se cubrían padecimientos de alta especialidad. Así, pensé que de inicio no tendría problema, el problema sobrevendría unos años después, cuando por los recortes presupuestales al sector salud y por el dispendio de este fondo, nos quedaríamos sin fondo y sin INSABI.
Estaba claro pues, que tarde o temprano el nuevo INSABI dejaría mucho qué desear, y que se estaba echando por la borda un instrumento –el Seguro Popular- que con los años y con mucho esfuerzo había ido mejorando.
Allá por el sexenio de Fox empezó cubriendo solo los padecimientos más comunes, pero con el tiempo, sobre todo durante el gobierno de Calderón, creció muchísimo en los tres aspectos: cobertura, calidad, y catálogo de padecimientos. Tal fue el éxito del modelo, que fue reconocido por instancias internacionales, y por la propia población beneficiaria que lo calificaba mejor que al IMSS. El 71% de las personas atendidas señalaban estar satisfechas con el servicio, contra el 64% en el IMSS.
Pero bueno, con el argumento de que el Seguro Popular no era ni seguro, ni popular, y con la promesa incumplida de inaugurar un servicio gratuito, el gobierno hizo todo eso a un lado… y luego hizo un batidero.
Ahora las y los legisladores y gobernadores del PAN, con mucha responsabilidad, están proponiendo una solución que parece sensata: recuperar toda esa experiencia que acumuló el Seguro Popular, recuperar su diseño, sus reglas de operación, su transparencia y todo aquello que la gente calificaba como valioso, y fortalecerlo con una característica adicional: la gratuidad.
Cierto es que el esquema contemplaba una cuota familiar, y en algunos casos una cuota de recuperación, pero también lo es que la mayoría de las personas no pagaban nada, ya sea porque se atendían por padecimientos de alta especialidad (que eran cubiertos con el Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos) o porque eran calificados como parte de los dos deciles más bajos en cuanto a ingreso familiar, y el 94% de los afiliados estaban en ese supuesto.
Ante esto, queda claro que en realidad, el Seguro Popular sí puede ser gratuito para todas y todos, porque de hecho –insisto- ya lo era para el 95% de su población afiliada.
Antes del Seguro Popular, solo la mitad de la población contaba con un esquema de protección social en salud, ya fuere el IMSS, el ISSSTE o algún otro, pero ese derecho estaba ligado a un empleo formal, si perdías el empleo, perdías el servicio. Con el Seguro Popular esto cambió, y llegó a cubrir a casi 54 millones de personas, con lo que en suma, la seguridad social cubrió al 89% de la población. El siguiente paso natural, era fusionar los subsistemas (IMSS, ISSSTE, Seguro Popular, etc.) en un solo sistema universal que homologara los servicios para todas y todos, es decir, que independientemente de que tuvieras empleo formal o no, siempre contaras con la misma atención que cualesquier otra persona.
Pero no, el gobierno no solo decidió no avanzar en este sentido, sino dar pasos hacia atrás con la centralización que implica su modelo. La centralización fue la característica de nuestro sistema en los años 70´s y ya la superamos; en el resto del mundo también se sabe que no funciona, pero nosotros ahí vamos, como los cangrejos caray.