Suicidio, cuidados paliativos, cuestión de vida o muerte
Éctor Jaime Ramirez Barba.- Iniciamos el día de mañana miércoles 1 de febrero el segundo período del segundo año legislativo en el Congreso de la Unión y las “agendas legislativas” de los diferentes grupos parlamentarios son diversas en temas de seguridad, electorales y de economía por mencionar algunos. En lo particular, insistiré en las reformas aprobadas en la Cámara de Diputados que se encuentran pendientes en el Senado de la República en materia de cuidados paliativos. En esta columna pondré lupa en el riesgo de suicidio en pacientes que requieren cuidados paliativos.
El suicidio es un fenómeno que está creciendo aceleradamente en México, habiéndose triplicado en las últimas tres décadas, registrando el Inegi 2,603 suicidios en el año 1994, 4,117 en 2004, 6,637 en 2014 y 8,432 en 2021. En 2021, la tasa de suicidios en los hombres fue de 10.9 y en las mujeres de 2.4 por cada 100 mil habitantes. El Inegi reporta también qué porcentaje de integrantes del hogar de 12 años y más han tenido sentimientos de depresión, informando que 32.5% se ha sentido deprimido y 66.9% nunca se ha sentido deprimido.
Diversos investigadores mexicanos han publicado artículos sobre los factores de riesgo de suicidio en los últimos años como la salud mental y la calidad de la atención primaria, el efecto de la pandemia, factores modificables para prevenir las lesiones con armas de fuego, diferencias de género y la relación con el trabajo entre otras.
En Inglaterra y Gales ocurrieron más de 5,500 suicidios en 2021 (tres mil menos que en México). Vahé Nafilyan y colaboradores de la División de Análisis de Salud y Eventos de Vida en la oficia de estadísticas nacionales de Newport en el Reino Unido, investigaron con otros colegas el riesgo de suicidio después del diagnóstico de condiciones graves de salud física, que pueden causar angustia psicológica y conducir a una depresión severa.
Utilizaron los registros del censo inglés de 2011 vinculados a registros hospitalarios y registros de muertes que cubrieron a 47 millones de personas, de 6 años y más, vivas el 1 de enero de 2017, que cubrieron el 89.2% de la población inglesa. Después emparejaron los pacientes diagnosticados con cáncer de baja supervivencia -tasa de supervivencia a 5 años inferior al 20%-, cardiopatía isquémica crónica, enfermedad pulmonar obstructiva crónica -EPOC- o afección neurológica degenerativa con individuos sin estas patologías pero que tenían idénticas características sociodemográficas denominados “controles”. Luego se estimó la incidencia acumulada de muerte por suicidio ocurrida entre el 1 de enero de 2017 y el 31 de diciembre de 2021 entre los “pacientes” y los “controles” ajustando posibles factores de confusión.
La muerte por suicidio se definió como cualquier muerte por autolesión intencional. Los hallazgos fueron que un año después del diagnóstico, la tasa de suicidio fue de 21.6 por 100 mil habitantes en pacientes con cáncer de supervivencia baja en comparación con 9.5 por 100 mil controles coincidentes. Para los pacientes con EPOC, la tasa de suicidio fue de 22.4 versus 10.6 por 100 mil en los controles. Para la cardiopatía isquémica fue de 16.1 versus 8.8 por 100 mil en los controles. Para las afecciones neurológicas degenerativas fue de 114.5 por 100 mil, sin embargo, la estimación fue imprecisa debido a bajo número de suiicidios. El aumento del riesgo de suicidio fue más pronunciado en los primeros meses después del diagmóstico o del primer tratamiento.
La asociación entre el diagnóstico de condiciones de salud física severa y un mayor riesgo de suicidio subraya, estimados lectores, la necesidad bien establecida de acceso a cuidados paliativos como un componente de la cobertura universal de salud. Se recomienda la integración de cuidados paliativos en el momento del diagnóstico de una enfermedad grave junto con el tratamiento curativo para optimizar los resultados de la calidad de vida.
En nuestro país, construir sobre la mínima infraestructura de cuidados paliativos existente del sistema nacional de salud para proporcionar intervenciones integrales a la persona, incluida la atención de la salud mental, sería un enfoque rentable y consciente de los escasos recursos existentes, para evaluar mejor las necesidades individuales y discriminar entre la depresión, las tendencias suicidas y la adaptación a la enfermedad.
El disponer de profesionales de la salud capacitados en cuidados paliatiavos -habilidades en general- en la atención primaria a la salud puede ayudar a identificar cuidadores críticos y apoyos sociales basados en la comunidad mientras aclaran las preocupaciones de los pacientes y anticipan posibles crisis existenciales. Los cuidados paliativos también proporcionan un modelo que puede poner en práctica terapias a corto plazo como las terapias de dignidad en circunstancias clínicas que cambian rápidamente, especialmente para pacientes diagnosticados con enfermedad avanzada o en etapa terminal. Las minutas pendientes de dictaminación en el Senado, amplian con este enfoque de cuidados paliativos en la población que los requiere.
Suscribo lo señalado por William E. Rosa, del departamento de psiquiatría del Memorial Sloan Kettering Cancer Center en New York, quien dice que la provisión de cuidados paliativos es una obligación moral para todos los profesionales de la salud para proteger la seguridad y el bienestar públicos en medio del diagnóstico de enfermedades graves y el mayor riesgo de suicidio. De hecho, enfatiza, es una cuestión de vida o muerte. ¿Usted que piensa?