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UN VIOLADOR EN TU GOBIERNO

Marcos Pérez Esquer.-  Félix Salgado Macedonio es el personaje mejor posicionado en el escenario guerrerense para convertirse en el próximo Gobernador de la entidad. Al Senador con licencia lo apoyan Morena y algunos de sus partidos aliados, pero sobre todo, es apoyado por el mismísimo presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, quien se ha convertido en su principal protector.

Nada de raro tendría lo anterior si no fuese por el hecho nada menor, de que el susodicho ha sido denunciado por abuso sexual por varias mujeres. Una de ellas lo acusa de haberla violado cuando todavía era una menor de edad.

En un país donde la violencia sistémica contra las mujeres es moneda corriente; en un momento histórico en el que se asesina a once mujeres diariamente por el solo hecho de ser mujeres, es decir, por odio de género; en una tierra en la que el solo hecho de ser mujer las pone en enorme riesgo, en ese país, un acusado de violencia sexual puede ser Gobernador de su Estado, del Estado de Guerrero.

Resulta inconcebible que en Morena y sus aliados no haya la más mínima sensibilidad y empatía, ya no solo para con las miles y miles de víctimas de violencia que hay en nuestra nación, sino para con las mujeres todas, que día a día viven con miedo de ser atacadas o de que alguna de sus hijas, familiares, o amistades resulte lastimada -o muerta- por la violencia machista.

Acá no se trata de un asunto leguleyo, no se trata de ver si tal o cual de las acusaciones que sobre el político guerrerense pesan ha prescrito o no. Acá no se trata ya de un asunto de carácter meramente jurisdiccional, ni de aplicarle el principio de culpabilidad (o de inocencia, como también suele conocerse). No se trata de ver qué procede judicialmente. Esa será una ruta que el denunciado deberá seguir bajo las garantías del debido proceso y con la defensa legal que le corresponda. Acá de lo que se trata no es jurídico sino político. Un sujeto sobre el que pesan tal cantidad de tan graves acusaciones, simple y sencillamente no puede ser considerado como aspirante a una representación popular, cualquiera que esta sea, y mucho menos de la relevancia y envergadura que significa una gubernatura.

Salgado Macedonio debería retirarse de la contienda de manera voluntaria para enfrentar a la justicia, y una vez aclarado el asunto, y de resultar que fuere inocente, buscar una nueva oportunidad en el futuro.

Me temo empero que no hará lo decente, se obstinará en competir; argumentará que está siendo objeto de ataques infundados y calumniosos que buscan descarrilarlo de la justa electoral porque es el más aventajado.

Debería ser entonces Morena quien lo atajare, quien, por respeto a las muchas mujeres que ahí militan, decidiere revocar su registro y promover la aclaración total del caso, y en su caso, el deslinde de responsabilidades. Pero Morena tampoco hará lo decente, le importa más la ventaja que Salgado obtiene en las encuestas; le importa más ganar un Estado, que los derechos de las mujeres, y la justicia.

Pero esa postura no será solo la del candidato y la de su partido, la acompaña, la arropa y la consiente, el propio presidente de México que, cuando en alguna de las más recientes conferencias mañaneras le insistieron sobre el asunto, señaló justo eso, que eran ataques que se dan en las contiendas; que en su momento a él también lo habían difamado -dijo-. Y en otra mañanera posterior de plano ya espetó un ¡ya chole! El presidente es, de facto, el jefe máximo de su partido, bastaría un solo gesto de su parte para que se pusiera remedio al asunto, pero está claro que tampoco hará lo decente.

Ni Salgado Macedonio, ni Morena, ni López Obrador, entienden nada. No sólo no son feministas, tampoco son respetuosos de la situación de las mujeres, y de hecho, ni siquiera son empáticos con su dolor. Es más, pareciera que ni siquiera son conscientes del problema que representa la violencia machista propia del sistema patriarcal. Por eso parece tener razón Chumel Torres, cuando señala que el problema con el presidente cuando le exigen que “rompa el pacto”, no es que no lo rompa, sino que ni siquiera sabe de qué le están hablando.

Cuando las feministas gritaban el año pasado, en sendas y multitudinarias marchas, el lema aquel ¡un violador en tu camino!, nunca se imaginaron que ese camino podría ser el de la carrera a la gubernatura de Guerrero, y que entonces podría tratarse ahora de ¡un violador en tu gobierno!