Una constelación de errores
Marcos Pérez Esquer.- La decisión presidencial –que no de la gente-, de frenar la construcción de la planta cervecera estadounidense Constellation Brands en Mexicali, constituye toda una constelación de errores.
En la decisión podemos encontrar sendos errores jurídicos, políticos, técnico-ambientales, sociales y económicos.
En cuanto a los jurídicos habría que decir que el Presiente ordenó una consulta que ya antes había sido rechazada por el Instituto Nacional Electoral por no reunir los requisitos necesarios; que se llevó a cabo en medio de una fuerte presión, acarreos, manipulación y amedrentamiento; y que se realizó cuando la empresa ya llevaba el 60% de su proyecto avanzado, es decir, cuando evidentemente ya cuenta con todos los permisos conducentes. La certeza jurídica totalmente pisoteada.
Pero también hay de por medio errores políticos, porque con esta decisión se otorga legitimidad a un pequeño -muy pequeño- número de votantes. Son tan poco representativos, que la votación total no llegó ni a los 37 mil electores, es decir, el 4.6% del padrón electoral de Mexicali. Y de esos 37 mil votos, sólo 28 mil apoyaron el retiro de la empresa, es decir, tan sólo el 3.5% del padrón decidió cancelar un proyecto que pudo haber beneficiado a cientos de miles.
Por otro lado, hay también un error de carácter técnico-ambiental, porque todo el asunto se recarga en la supuesta estrechez hídrica de la región, es decir, en el argumento de que Mexicali no cuenta con el agua suficiente para las necesidades de la empresa y que permitir su funcionamiento eventualmente implicaría la necesidad de restringirle el vital líquido a la población, pero no es así. Conagua le autorizó 5.8 millones de metros cúbicos (Mm3) anuales de agua superficial (es decir, del Río Colorado), de los 2,900 Mm3 que provee el Tratado Internacional de Límites y Aguas (el TILA), es decir, Constellation usaría el 0.2% del agua disponible, prácticamente nada; ¿qué por qué se le autorizó? pues porque había balance hídrico favorable. Es decir, la empresa ya cuenta con ese permiso otorgado por Conagua en la Ciudad de México, (por tratarse de una cuenca internacional, el permiso sólo puede otorgarse en oficinas centrales). Ahora bien, si la empresa llegare a necesitar más agua, podría comprarla a agricultores del Valle de Mexicali; esto es una práctica común, técnicamente es una cesión, y es la figura que se usó por ejemplo para adquirir derechos por 63 Mm3 de agua a agricultores del Valle del Mayo para el Acueducto de Hermosillo. Hay agricultores que podrían ceder (vender) hasta 30 Mm3, o más; es decir, bastaría que Constellation acordara con un sólo agricultor para conseguir toda el agua que pudiera necesitar en el futuro, como de hecho lo hizo en Ciudad Obregón donde ya tiene una planta -ahora en expansión- para producir 8.5 millones de hectolitros de cerveza anual. La de Mexicali estaba planteada para 10 millones de hectolitros, es decir, la de Ciudad Obregón es casi tan grande como esta, pero sin grillas alrededor.
Sin embargo el error más grave es el socio-económico. Es increíble que en un momento como este, en el que tenemos una economía estancada (literalmente en crecimiento 0%), que sin duda alguna empeorará con la crisis económica mundial que generará la pandemia del COVID-19, y la guerra de precios del petróleo desatada por Rusia y Arabia Saudita, el gobierno mexicano rechace una inversión extranjera de 1,400 millones de dólares, de los cuales ya se habían aplicado 900, y lance un mensaje de incertidumbre jurídica a los inversionistas del mundo, que, no tenga duda usted, perderán la poca confianza que les quedaba en México después de la cancelación del aeropuerto. Justo cuando más necesitamos esa confianza y esas inversiones para retener los empleos que necesita la gente, justo en ese momento el gobierno toma la decisión más torpe que se puede tomar: espantar la inversión extranjera.
Una de las cerveceras más grandes de Estados Unidos, la que comercializa las emblemáticas marcas mexicanas Corona, Modelo Especial, Negra Modelo, Pacífico, además de vinos californianos tan famosos como Mondavi, etc., tendrá que buscar nuevos derroteros, pero no sin antes exigir su respectiva indemnización. Y esto también revela un error económico de grandes proporciones. De acuerdo con especialistas, la reparación del daño podría alcanzar los 20 mil millones de dólares, es decir, más de 8 veces lo que cuesta el avión presidencial.
Una sola decisión, pero toda una constelación de errores, y de consecuencias nefastas, justo en el peor momento.