Y después del domingo…
Por Esther Quintana.- Hoy se subraya la derrota del PRI en Edomex y su victoria en Coahuila. Morena tiene, con Edomex, 23 entidades federativas en la bolsa, esto lo proyecta a una elección exitosa el año próximo, en la que habrá no sólo elecciones federales, sino locales en diferentes partes del país.
Lo que llama la atención, por lo menos a quien esto escribe, es que a la población no le ha permeado todavía lo dañino de un gobierno como el que hoy manda en la Federación, que ha sido el principal promotor de la degradación de la convivencia nacional, de la quiebra de consensos primarios y del grado de erosión institucional. El balance es escalofriante y no obstante pasa de noche. Será que aquí, como dice el economista noruego Finn Kydland, los políticos toman decisiones mirando las últimas encuestas y la ciudadanía ve a la política como si se tratara de un partido de fútbol.
En Coahuila, la alianza concertada por PAN, PRI y PRD, ganó la elección completa, gubernatura y mayoría en el Congreso local. Ya están entregando las constancias de mayoría a los diputados y en breve harán lo propio con Manolo Jiménez Salinas.
Los números, como se apunta, son fríos, y así lo muestra la recomposición del tablero político en nuestra entidad federativa: el partido que más ganó fue el PRI, sumó a su haber 192 mil 132 votos que antes no tenía; la segunda posición con mejor votación es la del PT, con 154 mil 182 votos. El gran perdedor es mi partido, el PAN, se fueron más de 298 mil votos. No llegamos ni a los 90 mil en todo el estado. Esta realidad nos tiene que estremecer. No debemos cruzarnos de brazos y fingir que no ha ocurrido nada. Todos los partidos crecieron, menos nosotros. En política, como se apunta, nada está escrito, ni las derrotas ni las victorias son para siempre. Ni hay que engolosinarse con las dulces ni tirarse a matar por las amargas.
Fuimos en esta alianza con nuestro adversario histórico, el PRI, por dos razones sustantivas, hacer un frente común para detener el avance de Morena y por un gobierno de coalición que le diera a Coahuila una experiencia nunca antes probada, que traería equilibrios en el ejercicio del poder público. El primer objetivo ya se alcanzó, falta el segundo. Desconozco, porque yo no fui parte de la mesa de acuerdos, en qué términos se haya pactado el convenio, pero hago votos para que se haya puesto como prioridad el bienestar de los coahuilenses.
Ambos partidos, PAN y PRI, conocen su realidad, sino la pierden de vista, mantienen los pies sobre la tierra, le cierran la puerta a proyectos personales, llevan al gabinete a las personas idóneas en capacidad para el desempeño, con honestidad y respeto, en primer lugar a sí mismos y a la cosa pública, es factible que la política, como afirmó en su campaña Manolo Jiménez, pase al siguiente nivel. Ese es el desafío más importante que tienen por delante. El PRI sabe que México no es Coahuila, es decir, que lo que tienen en Coahuila hace tiempo que dejaron de poseerlo en el país. En consecuencia, las condiciones en las que van al proceso 2024, ni por asomo son las mismas que otrora disfrutaban. Con esta conciencia habrá que enfrentar las elecciones del año próximo. Solo tienen dos estados de la República, Durango y Coahuila.
En noviembre de 2021, Mario Delgado, exaltado por la euforia de haberles ganado 8 estados, declaraba: “Nos va a tocar desaparecer al PRI del mapa”. Estamos en 2023 y la “profecía” no se ha cumplido. El partido que fundó Plutarco Elías Calles el siglo pasado sigue, a pesar de los golpes recibidos y del acorralamiento de que ha sido objeto, aguantando vara.
La marca PRI, expresan los analistas, es la que más rechazo genera entre los votantes. Pero también, después de Morena, es la que conserva un voto fijo más sólido, alrededor del 12 por ciento.
El PAN, mi partido, por su parte, gobierna en cinco entidades federativas, es con lo que contamos para la elección del 2024. Somos la segunda fuerza política nacional. En Coahuila, hemos ido a menos, pasamos de segunda a tercera fuerza en 2021 y hoy 2023, nos mandaron a la cuarta posición los electores. En 2021, dijimos, yo entre ellos, que el voto útil nos había causado el daño. ¿Y hoy?, ¿cómo es que descendimos a semejante posición? Tenemos que hacer un recuento de nuestro actuar con objetividad, sin otorgarnos concesiones para atenuar el ramalazo, hablarnos con la verdad, aceptar nuestros yerros, cuanto nos faltó y nos ha faltado por hacer. Habrá que hacer cambios de fondo o vamos a seguir desdibujándonos en el interés de los electores.
Sin duda que fue a nuestro partido al que le cobraron la factura aquí en Coahuila, muchos de los que antes votaban por nosotros, por esta alianza con nuestro adversario histórico. Ahí están los números. Nosotros no somos partido de masas, dependemos de la confianza y de la credibilidad de los votantes. Está más que claro que no nos perdonan esta coalición, lo sabíamos, y hoy tenemos que asumir las consecuencias. Pero lo más importante es definir CÓMO vamos a resolverlo.
El politólogo Khemvirg Puente, coordinador del Centro de Estudios Políticos de la UNAM, de cara a las elecciones del 2024 ha apuntado que “…aunque no está tan claro si le conviene al PAN cargar con el desgaste de la marca PRI. Lo más conveniente sería que el PAN pusiera candidato y el PRI los votos y liderazgos locales que aún conserva”. Ahí lo dejo para la reflexión.