Y la corrupción, ¿llegó para quedarse?
Por Rafael Morgan.- Algunos de los lectores de esta columna reclaman que en la serie de artículos sobre “lo que llegó para quedarse” en México, no se haya incluido uno sobre la corrupción, pues durante los ya cuatro años que lleva este régimen, hay información sobre que la corrupción se ha incrementado en varios aspectos y prácticamente en todos los niveles.
El C.P. Ramón Antonio López Machado, un estudioso sobre este tema, proporciona información y opiniones respecto al Sistema Nacional Anticorrupción y los sistemas estatales correspondientes, mismos que han sido ignorados, bloqueados y atacados por el poder Ejecutivo, quien junto con el Legislativo los han dejado sin el necesario presupuesto para operar como es debido en el combate a la corrupción. Esta situación ha llevado a los integrantes de los diferentes órganos que integran el Sistema, que ante la falta de apoyo y reconocimiento, “hacen como que trabajan mucho pero no muestran resultados”, según el Lic. López Machado.
El sólo hecho de que este gobierno desautorice, debilite y hasta ridiculice a los organismos ciudadanos que fueron creados para vigilar la actuación de los gobernantes, sean electos o designados, ya indica que se quiere trabajar “en lo oscurito”. Se han debilitado y bloqueado el Sistema Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, igualmente se ignora y recorta presupuesto como ya se dijo, al Sistema Nacional Anticorrupción y los sistemas locales, todos con sus correspondientes Comités de Coordinación Ciudadana y el Comité Rector del Sistema Nacional de Fiscalización, y aunque se tiene capacidad de aplicar sanciones de acuerdo con la Ley de Responsabilidades Administrativas, pareciera que nadie acata ni le teme al contenido de dicha Ley ni a los órganos encargados de aplicarlo. A la falta de capacidad de actuación, se agrega también el factor de impunidad y en ocasiones se aplica la ley únicamente a ciertas personas en forma selectiva, favoreciendo a unos y afectando a otros.
El Lic. López Machado expone que: “mientras los corruptos están de fiesta, los encargados de acabar con la corrupción están ‘jugando a las comiditas y a las muñequitas’”.
Todas las políticas, leyes y mecanismos para instaurar en México el “Gobierno Abierto” y el “Gobierno cero corrupción”, prácticamente han sido olvidados en este régimen provocando el fenómeno de la “opacidad”, que en sí misma es también corrupción.
Las diferentes denuncias en videos y medios de comunicación sobre los hermanos y parientes del Presidente en flagrantes actos de entrega de dinero de origen oscuro, o bien las denuncias sobre los hijos del presidente haciendo gala de recursos y bienes sin justificar su origen y otros más implicando a sus funcionarios públicos, no han tenido seguimiento, explicación o castigo judicial; han sido impunidad pura.
El propio López Machado nos hace ver que según el Índice de Percepción de la Corrupción, de Transparencia Internacional que califica a 180 países con una puntuación de cero a 100, en el que 100 es limpio de corrupción y cero, corrupción máxima, México obtuvo, hasta 2021, sólo 31 puntos ocupando el lugar 125 de esos 180 países.
Según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) que incluye 38 países, México es el peor evaluado en materia de corrupción. México también forma parte de los países de G-20, en el cual tiene el lugar 18 en corrupción, apenas mejor que Rusia que tiene el lugar 19.
Según encuesta del INEGI, la percepción de corrupción y victimización afecta a nueve de cada 10 personas en México, lo cual está costando más de 9 mil quinientos millones de pesos anuales, según revela la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental.
Así pues, no sólo se trata de lo que se puede robar de los recursos públicos, el hecho de ocultar las inversiones públicas con el argumento de “seguridad nacional”, es ya un acto de corrupción; el contratar obras, compras y servicios sin licitar, es ya un acto de corrupción por la intención de ocultar los costos y peor aún, cuando dichos contratos se asignan a parientes, amigos y empresas a las que se les están pagando favores electorales o de otro tipo, son también actos de corrupción.
Igualmente es corrupción el no sujetar los actos de gobiernos a las leyes vigentes, esto es el no sujetarse al Estado de Derecho, con lo cual, si el gobierno no cumple la ley, no tiene autoridad moral de exigir que los ciudadanos sí se sujeten a ella.
Así pues, amables lectores, ¿la corrupción llegó para quedarse? Usted qué opina.