¿Y las mujeres?…¿Y las mujeres?…
Esther Quintana.- En 1947, durante el gobierno del presidente Miguel Alemán se le reconoce a la mujer el derecho a votar y ser votada en los comicios municipales, nomás en esos, no eran dignas de más. Será hasta 1953, con el presidente Adolfo Ruiz Cortines que se reforman los artículos 34 y 115, fracción I, constitucionales, y se otorga plenitud de los derechos ciudadanos a la mujer mexicana. De entonces a hoy la sociedad y las costumbres han evolucionado. Las mujeres y los varones tenemos igualdad de derechos ante la ley, la Constitución de la República reconoce a ambos géneros el derecho a votar y ser votados, no obstante, todavía hay retos por delante que se deben zanjar, como son los de lograr la paridad de las mujeres en todos los ámbitos del quehacer humano. Cabe destacar que en los últimos años se ha incrementado la representación femenina en la vida pública y política. A ello ha coadyuvado sin duda, la reforma constitucional de 2014, que incorporó el principio de democracia paritaria; la del 2019, con el principio constitucional de paridad de género en todos los poderes y niveles del Estado mexicano; y en 2020, con las reformas a ocho leyes nacionales para definir y regular la violencia contra las mujeres en el ámbito político. Con la reforma constitucional del 2021 en materia de derechos humanos se hace más rígido el respeto y protección a los mismos, y los derechos de las mujeres están implícitos en esa salvaguarda.
Entonces ¿qué parte no se ha entendido? ¿Por qué no han permeado del todo en la cultura de los mexicanos estas disposiciones? Y cuando apunto mexicanos, me refiero a hombres y mujeres.
Y me centro en la participación política de la mujer, después de este preámbulo. Todavía hay brechas significativas en este ámbito que deben remontarse. Es más que obvio que hay un faltante sustantivo para incidir en el cambio de patrones culturales. En la Convención de Beijing en 1995 se definió por primera vez el término empoderamiento femenino: “Aumento de la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones y acceso al poder, así como la toma de conciencia del poder que individual y colectivamente ostentan las mujeres y que tiene que ver con la recuperación de la propia dignidad de las mujeres y el fortalecimiento de sus propias potencialidades y capacidades”.
No obstante es relevante recordar que la primera convención sobre este tema fue en México en 1975, la segunda en Copenhague en 1980 y la tercera en Nairobi en 1985. De entonces a la fecha ya llovió, como se dice coloquialmente. ¿Nos hemos ido empoderando? Sí, sí, sí… Negarlo sería mentira.
En el poder Legislativo, el avance ha sido importante, hay Congresos con 50% mujeres y 50% hombres, en el Poder Judicial también hay juezas, magistradas y ministras, en el Poder Ejecutivo van a la alza las alcaldesas, las gobernadoras –paso a pasito, bien despacito- pero presidentas de la República… ups… no han pasado de candidaturas, y sobran los dedos de la mano.
Pero… pero… todavía hay mucho que caminar. Aterrizo en el ámbito local, Coahuila. Se ha hecho un San Quintín con el tema de qué si será candidato o candidata al gobierno del estado en la elección del 2023, partiendo de que solo hay dos elecciones de esta naturaleza en el país, Estado de México y Coahuila. Los que se ven en las encuestas son varones, las mujeres se mencionaban hace unos dos meses, hoy ninguna figura. Que va a derivar del posicionamiento… Y todo parece indicar que en Coahuila los únicos posicionados, los que se ven, son los hombres… ¿Qué se ve de ellos? ¿Su trayectoria? ¿Su desempeño en los cargos públicos que han tenido? ¿Su coeficiente intelectual? ¿Si han sido honestos, si son de fiar? ¿Sus capacidades administrativas? ¿Su eficiencia y eficacia? ¿Su suficiencia para el debate? ¿Si saben escuchar, si son incluyentes? ¿Si son personas comprometidas con las causas de la comunidad a la que pertenecen? Y aquí le puedo seguir con más interrogantes. La respuesta es NO, no se ve nada de eso, nomás que son conocidos, como el cantante de moda. Muchos de ellos no pasan la prueba del añejo, como se expresaba en un comercial para hablar de la calidad del producto. Pero con eso hay. Con eso basta. Diría un buen amigo: “que bonita es la conformidad”.
¿A dónde vamos a parar con esta inercia? Con esta réplica trasnochada de lo de siempre. Qué difícil es romper paradigmas… ¿Verdad? No importa el precio que se paga… ¿Hasta cuándo? El talento y la inteligencia son propios de las personas, al margen de que sean mujeres o varones ¿o no? Y tan eficientes unas como otros. Y también a contrario sensu.